* Sobre Los Dioses
"Picardía"
haciendo ostentación de la astucia que era dueño, se dirigió a Zaratustra e
interpelándolo dijo:
- Sobre los dioses me gustaría preguntarte,
pues ellos ciertamente han dispuesto que estemos aquí en este momento,
compartiendo de tu sabiduría y de ese amor que siempre caracterizó al hombre
que amó por sobre sus propios pesares; porque sabemos que clase de hombres hoy
escuchamos. Todo lo que hemos oído sobre ti, no termina de retratarte ni
dignificarte. No lo digo para adulación, dios me libre de faltarle así al mayor
despreciador de lisonjas, sino para que mis hermanos entiendan mejor, a quien
hoy oyen atentos.
Presumo que
cuando has hablado de la muerte de Dios, lo has hecho según tu prudencia te
dirige a hablarle a los hombres para que te entiendan, porque es tu gusto
hablar desde los valores invertidos, y así
extraer de ellos un deseo que lleve su voluntad a playas alejadas, donde
el fisgoneo de la chusma no increpe ni perturbe sus pensamientos; allí donde
los hombres no aprenden de sus maestros sino que batallan con ellos. Allí en
ese desierto donde arrodillados, hay que lamer con la lengua el agua pura de
antiguos estanques. Allí donde los que mejor vista tienen son esos que se han
colgado de los pies en el árbol de todas las ciencias y contemplan todos los
valores que han cambiado en el devenir de las cosas y el mundo.
Tú mismo has
hablado de los dioses como héroes; y los héroes nunca mueren, pues porque
debería morir aquello que es bien necesario. Donde los héroes mueren es donde
triunfa lo que está demás. Y son más útiles los pocos héroes que el resto de lo
que abunda.
Es por eso
que me he desafiado a que me digas tu mismo si estoy entendiendo bien, sin
animo de perturbarte ni ponerte en aprietos, pues quien mejor para aclarar este
asunto.
- Me acaricia tu astucia, la que me pone a
hablar cosas que no debo -replicó al punto Zaratustra - y percibo en ti ese
hielo necesario para congelar un calor excesivo que arrebata las comidas
preparadas con esmero.
Pero debéis
entender antes esto: "Las hostias que se entregan en las sinagogas son
para el pueblo, pero lo consagrado solo se obtiene detrás de los altares"
Pero la
sabiduría, mi estimado "Picardía", se nutre de la astucia, porque hay
en el cuerpo de la sabiduría suprema, brazos, piernas y partes. Y en su cabeza
un yelmo protector llamado "celo" que algunos han querido llamar
prudencia, pero yo la denomino "astucia preservadora". Y un grueso
manto que protege de las garras que despedazan y de los cerdos que destrozan
con sus hocicos.
Los pequeños
hombres también han trastornado esta sabiduría preservadora, para dar de comer
a sus hatos de cerdos. Pero todo valor alterado termina fortaleciendo las manos
de los tenderos y postergando la aristocracia. Esa compasión por los cerdos es
solo un negocio para los tenderos. Alguien tuvo piedad de esos cerdos e intento
protegerlos de la verdad y preservar verdades, pidiendo que no se les diera
nada de valor, pero yo os digo que hoy se impone entregarles una ración que
estalle en medio de esas garras lascivas y hocicos calumniadores. Como ya os he
dicho antes: "Para estos hombres de hoy no quiero yo ser luz ni llamarme
luz. A éstos quiero cegarlos, ¡Rayo de mi sabiduría! ¡Sácales los ojos!" [1]
Pero aquellos
que quieren cabalgar sobre mi, yo no me resisto, porque creo que mi montura es
para muchos, pero os aconsejo jinetes anhelantes, la montura de un corcel más
veloz, más cercano a vosotros, de ese bailarín cuya danza conlleva una orgía
dionisíaca.
Pues un
cabalgar sobre todos los símbolos se impone. Aunque no estáis obligados a la
sabiduría, sin embargo el rayo indefectible del conocimiento os alcanzará y
caerá sobre vosotros cuando os animéis a campo abierto. Porque si os quedáis,
vuestros cómodos aposentos se transformaran en cubiles inhabitables.
Oísteis
que una vez dije:
“¿Estáis
preparados para entender la respuesta? Debéis haber atravesado todos los grados
del escepticismo y haberos bañado con delicia en el agua fría del torrente; de
lo contrario, no tenéis derecho a esta idea; quiero precaveros contra la
ligereza y la fantasía..."
Porque quien
tenga la suficiente voluntad de poder para traspasar los umbrales del templo,
tendrá que desvestirse de anteriores vestidos para conseguir ropajes renovados,
aun de esa voluntad de poder.
“Si hubiera
dioses, ¡cómo soportaría yo el no ser Dios!
La
suposición de un dios debe pasar primero y no ir más lejos que vuestra voluntad
creadora. Que vuestro suponer se mantenga dentro de los límites de lo pensable.
¿Podríais
vosotros pensar un Dios? Mas la voluntad de verdad signifique para vosotros
esto, ¡que todo sea transformado en algo pensable por el hombre, visible para
el hombre, sensible para el hombre! ¡Con vuestros propios sentidos debéis
pensarlo hasta el final!
¿Podríais
vosotros crear a un Dios? ¡Pues entonces
no me habléis de dioses todavía! ¡Aun no os habéis concebido a su imagen y
semejanza, ni habéis forjado esas llaves doradas para retener el instante
creador!
En otro
tiempo se decía: “Dios”, cuando se miraba hacia mares lejanos; pero ahora yo os
he enseñado a decir: “Superhombre”. Y al superhombre sí podríais crearlo.
¡Quizá no vosotros mismos, hermanos míos! Hasta podríais transformaros en
padres y antepasados del superhombre: ¡y sea éste vuestro mejor crear!
Y a eso que
habéis dado el nombre de mundo, eso debe ser creado primero por vosotros,
¡vuestra razón, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor deben devenir
ese mundo! ¡Y, en verdad, es para vuestra propia felicidad, hombres del
conocimiento!
¿Y cómo
ibais a soportar la vida sin esta esperanza, vosotros los que entendéis? No os
ha sido lícito estableceros por nacimiento en lo incomprensible, ni tampoco en
lo irracional. -
Os digo:
"Dios es una suposición". Pero lo que intento es no ir más lejos que
vuestra voluntad creadora. Más yo quiero revelaros totalmente mi corazón, a
vosotros mis amigos:
Es cierto
que yo he sacado esa conclusión: "Si hubiera dioses, ¡cómo soportaría yo
el no ser Dios! Por lo tanto, no hay dioses"; pero ahora ella me saca a
mí, entonces hoy yo os digo:
Cuando llega
el creador dice - ¿Como podría yo negar al creador, siendo yo mismo uno de
ellos? -
- Entonces el
dilema de los dioses queda resuelto en una feliz concurrencia en la respuesta
que ha encontrando su pregunta. Un atajo entre el fin y el principio. Hoy he
redimido a los dioses. Cuando se encuentra el lugar apropiado, hasta el oro es
fácil de extraer.
El hombre es
metal en decadencia, porque es como oro que ha devenido en plomo. Y para
entender a los dioses es menester primero comprender este deterioro. No se
trata de un creer de entidades extrañas, porque lo que resulta extraño al alma
de los hombres no son los dioses sino el mismo hombre.
* El Ocaso De Los Dioses
Hubo un vez
un dios solitario, que privado de amor y compañía se propuso en un acto de
magia inédito solucionar sus carencias. Pues ningún dios está preparado para
vivir sin amor por tantísimo tiempo, ni puede encontrar en la soledad eterna
algo que justifique su deidad.
Hubo de
conseguir una extraña vara mágica que tenía olvidada, pues la persistente
incomunicación casi había petrificado su memoria. Después de muchos intentos,
apenas pudo recordar una manera efectiva de conseguir algún resultado con su
vara. Pero como su afectada mente no recordaba bien todo el proceso comenzó a
surgir de entre sus dedos otros dioses, pues es natural que un dios engendre
otros dioses. Esto le pareció bien, ya que lo que menos deseaba era ser el dios
único, porque había sufrido esto tan prolongado período.
Sucedió pues
que los otros dioses no se comportaban como el esperaba, ya que no conseguía su
amor ni su compañía. Entonces tomo la decisión de eliminarlos, pero no pudo
conseguirlo, pues los dioses visualizaron su intención. Mucho tiempo pasó
buscando una solución y finalmente entendió que si bien no podía descartarlos,
había algo que sí podía, y era corromperlos. Y así los dioses llegaron a ser
hombres. Y ocurrió finalmente lo previsible, los hombres mataron a dios, y como
sucede siempre con los hombres sin dios, se eliminaron entre ellos. De entre
todos solo uno pudo sobrevivir, gracias a un refugio en una caverna que
encontró perteneciente al primer dios, y en él un libro que su primer dueño no
pudo descubrir por causa de su memoria enferma. Lo leyó completamente y le
sorprendió que hablara del hombre superior y fue así que comprendiendo el
proceso y el acto creador que el primer Dios no pudo descubrir, y después de mucho
tiempo, este hombre se transformó en un hombre superior, y así pudo ver cuan
solo estaba, por lo que enfermó y murió carente de amor y compañía.
El absurdo
solo devuelve insensateces incomprensibles.
* Sobre La Religiosidad
- Hay asertos
que se deben considerar antes de hablar de uno de los misterios más difíciles
de penetrar: “La religiosidad de los hombres”. Pues si es que hemos de
respondernos tal incógnita, necesitamos sobrevolar algo de la ingeniería del
alma -
* Todo alma
se funda y se construye a si misma como su propio paradigma. Tal es el caso de
la existencia y la esencia de los seres.
* Toda alma,
urgida para seguir construyendo su representación, ansia afirmar.
* Existe una
voluntad de dominio o de poder, que es la que persuade continuamente a los
seres a afirmarse. Estas afirmaciones se constituyen en los motores de nuestro
fluir, porque sin afirmaciones el alma se suspende sobre un abismo, en vértigos
y nauseas.
Esto motivó
la reacción de uno de los más doctos en las cosas de los hombres, llamado el Pequeño
Sócrates y de quien se afirmaba, que tal era su agudeza y dureza que nadie
todavía, había podido contradecirlo en esas cuestiones, quien le interrumpió:
- Oh
Zaratustra, admiro tu osadía, para definir cosas inalcanzables para los hombres.
Porque… ¿Quien puede acceder a lo profundo del alma del hombre? ¿Y quien podrá
traer hasta nuestra superficie las cosas escondidas de su mente? ¿No son acaso patrimonio
de los dioses, la esencia misma de todos los misterios?
Al punto
Zaratustra lo interrumpió rápidamente con estos dichos: - Ya sé donde quieres
llegar, te conozco porque yo mismo me he hecho esos mismos planteos, una y otra
vez. En eso nos parecemos, desconfiamos de todo, y confiamos poco aun en
nuestras propias conclusiones. Hubo un tiempo que consideraba virtuoso el
pararme así frente a los grandes enigmas, aun hoy día veo con algo de simpatías
tales manifestaciones. Algunos hay que todavía han bendecido ese escepticismo y
lo llaman escepticismo crítico.
Pero mi
sabiduría hereje que desconfía de todo, me ha llevado a desconfiar también de
los escépticos. Porque, ¿no hay en ellos una cuota de pobreza?
Esta bien
despojar de polvo todo lo que ha estado en reposo durante un largo tiempo. Pero
cuando limpiamos ¿no estamos quitando? Aun cuando no toda resta es negativa,
pero seguro que un restar continuado, en un punto principia a descontar del
capital. Y no es lo mismo cuidar con celo, que incredulidad.
Siendo que es
cierto que el escepticismo fue un muro erigido contra los absurdos, una muralla
defensiva para evitar la corrosión de lo irracional, pero ha devenido en una
sede permanente, en una habitación para que descansen todos los conceptos. Y
así este último nihilismo se ha convertido en la matriz capital del pensamiento,
superando aun a su madre la moral, esa vieja tramposa y nihilista, ha transformado
ese primigenio escepticismo en una profunda fosa de incredulidad, donde caen
las más nobles de las aves, cazadas al vuelo por habilidosos arqueros
medievales.
Y así como en
una fortaleza, se entrena y avitualla toda tropa de asalto, nunca fue pensado
para llegar a ser el definitivo asiento del rey, porque un general mal
posicionado difícilmente pueda tener la mejor visión para el campo de batalla y
sostener una guerra. Una cerrazón del alma, como una tormenta de arena en un
desierto, cierra todo punto de vista.
Así que, mi
amigo, la nobleza del alma nos llama a altas montañas, allí donde el ojo posee
la mejor perspectiva, y lo parcial son solo referencias del camino y no la
meta. Pero en el elegir es donde se auto define y se termina siendo lo que se elige.
Esta es la metáfora e ilustración por excelencia de lo alto y lo bajo. La
distancia que separa la aristocracia de la plebe. Toda aristocracia por lo
ligero de su propia naturaleza se eleva indeliberadamente por sobre todo pensar
pequeño. Y por el contrario todas las pequeñeces caen por la contextura de su
oscura pesadez en los valles y en las simas mas estériles, desde donde su punto
de vista sobre lo que está por encima, provoca un temor irresoluto que lo hace
caer a lugares mas bajos aun.
Así, mi
inquieta intuición me ha llevado a mi montaña, pero ahora nuevamente desciendo,
y no es que lo haga para vosotros hombres anhelantes, sino que voy tras de mi
mayor presa, la que presagia a mis hijos y anuncia al superhombre, así me he
determinado detrás de mi León, a quien estoy buscando en este descenso de mi
caverna. No estaría aquí entre vosotros sino fuera porque su rugido asustó a
los hombres superiores y dejó mi caverna hacia un nuevo lugar. Y tal vez este
cerca del hombre. Pero temo que su rugido pueda ya no solo atemorizar sino que
provoque a muerte inadvertidamente. Porque su inocencia es poderosa y ruge
cuando se encuentra incomprendido.
Pero
volviendo sobre lo nuestro, os digo que la vida no es ni más ni menos que ese péndulo
que se debate entre la vida y la muerte, una como afirmación y la otra en su
intención de vacío e insuficiencia que pretende refutar y negar. Una ratificación
frente a una disolución. Una apropiación frente a un simulacro de sombras de la
nada. La tensión resultante de esta puja entre una fuerza que afirma y otra
negadora, es el poder que somete o estimula, dependiendo de la paciencia y
obstinación en los senderos que tome la ansiedad y la expectativa del alma; oprime
hacia el desánimo depresivo o impulsa al acto creador. Allí la religión ofrece
con una apariencia de respuesta, una postergación del entendimiento, llevándolo
hacia lo transmundano y ciñéndolo a una negación de la tierra. Un desbalance de
la voluntad de poder entre quien quiere dominar y otro que quiere afirmarse. Es
la batalla entre la Voluntad de Poder y la Entrega Soberana del Dominio. Entre
la Voluntad del Creador y la Indiferencia Inmovilizadora. Aquí es donde las
almas se debaten y combaten. Aquí están los que vencen y los vencidos. Los que
convencen y los que son convencidos. Pero en esta batalla, si el alma mantiene
su dominio y conserva la soberanía, se encuentra con el poder, que se revela a
si mismo como la fuerza creadora, al rebelarse contra la indiferencia que lo
quiere inmovilizar.
Muchas son
las imágenes que acuden, reclamando la atención del alma. Muchas son las apariencias entre las
que deberá discernir con un gran ojo. No puede ver porque no puede comprender y
la comprensión es el ojo perfecto.
También
muchas son las voces que acuden procurando su alma. Y ante tales bocas, el
hombre debe convertirse en una gran oreja, pero por sobre sus sentidos, los que
son aceite y arena pues lubrican su entendimiento o le dan aspereza. El padre
de su esperanza, un jinete llamado "obstinación", monta en un
corcel llamado "paciencia".
Una de las
palabras más silenciosas y más aristocráticas, es “El Trabajo del creador”. Un
gozo resulta de él y un hombre se vuelve dichoso por ello. Por eso te digo que
no creas en los bocadillos rápidos. Todo buen plato requiere de cocineros
dedicados, y del tiempo de su cocción. Toda fruto que se cosecha fuera de
tiempo y sin el trabajo de maduración, produce indigestiones.
Nos apresuréis al espíritu, porque él tiene una urgencia que
precisa de vuestra paciencia. Y la paciencia no es un tiempo de espera, sino de
trabajo.
Muchos magos presurosos han degradado el Trabajar, y con promesas
de respuestas rápidas, estos cazadores furtivos de almas al vuelo, quiebran las
alas de las águilas.[3]
Un creador no es el que piensa la cosa sino quien la sostiene. Un
niño crea continuamente, pero es el adulto quien debe sostener tales visiones.
Así el
superhombre llega a obtener lo precioso, entresacándolo de lo vil.
* Sobre La Purificación [4] Y
Baphomet
Hace ya mucho
tiempo, aun desde la antigüedad, "La Sabiduría" salió a buscar a sus
hijos, pero no los halló, ni tampoco encontró lugar para reposar. Por más que
buscó, no encontró a nadie [5].
Buscó y rebuscó, pero ninguno fue hallado. Entonces "La necedad", de
acuerdo a su naturaleza se ofreció a realizar aquello que no podía comprender,
sin entender de que se trataba. Entonces La Sabiduría tomo la determinación de
que se ocupara de sus tareas, cosa que hizo y hasta hoy es quien la sustituye.
Cuerpos y
mentes divididas eso es lo que es el hombre. Cerros pequeños e islas
desafortunadas de entendimientos confinados. Conocimientos demarcados e
industrializados. No hay espíritus ni cuerpos, en cuerpos sin espíritus. Una
visión desoladora en un valle de cuerpos desmembrados y miembros esparcidos.
¿Quién llamará para que vuelva nuevamente? ¿Quién poseerá una voz firme para
poder convocarla? ¿Quién podrá hacer que se santifique el conocimiento? ¿Y
quien podrá soportar tal carga sin ser purificado?
Con cuanto
gusto os diría que llega el tiempo de las mejoras y que correrá a vosotros como
novia enamorada. Que las cosas que valen vendrán, a pesar de nuestra escasez y
pobreza.
Pero tengo un
Ay y muchos Ayees. Porque lo que tengo en mis manos no os puede lisonjear. Ni
tampoco puede coquetear con vuestras presunciones. Porque mi mano solo se
extiende a lo despierto de la vida y vosotros todavía padecéis somnolencias
producidas por los alcoholes de vuestras licorerías. Soy un oráculo no
sobornable por el dolor que sienta hacia vuestra desgracia. Mi amor solo puede
regalar una visión pesada en balanzas de purificación.
Un viejo dios llegado de un
templo egipcio se ha anoticiado de vuestra enfermedad y se ha ofrecido para una
terapia intensa. Baphomet os elige para ofrecer un sacrificio en vuestro propio
cuerpo.
A todo
nacimiento le corresponde una muerte, y a cada muerte un renacimiento.
¿Renaceréis vosotros de vuestra muerte? Hay renacer, resurrección y
restauración. Todo esto es lo que viene. ¿Llegaréis vosotros montados en alguna
de estas olas? ¿Elegiréis la muerte como única opción posible?
¿Qué opción
es no llegar a donde se pretendía al salir? ¿Cuál es la sabiduría de luchar
para no ganar?
Muchos
hombres así deciden, pero así como el oro hay solo unos pocos que eligen una
muerte que les permita vivir.
* Sobre Los Discípulos
Escuchaban
absortos los dichos que emanaban de la boca de Zaratustra, no porque todos
fueran entendimientos, sino porque en su seno cada uno percibía de manera
simple y elocuente, cosas que jamás habían sido siquiera consideradas, y una
perturbación que emanaba de la profundidad de sus dichos penetraba profundos
resquicios en su corazón dándole contextura al poco que sus entendimientos
alcanzaban a digerir.
Luego de un
silencio prolongado, mirándose entre ellos, no se animaban a proferir palabra
alguna. El más joven llamado Ioanes, el último que había preguntado, infundido
por un mayor espíritu y decidido se arrojó a la pregunta que giraba entre
ellos, suspendida en una nube de antiguas visiones y emociones desbordantes.
- ¿Podría
llegar a ser tu discípulo? ¿Qué debo hacer? -
Otro llamado
Piedra, precipitadamente se unió al pedido, y luego muchos de ellos hicieron lo
propio.
- ¿Que podría
hacer yo para eso? Ya que lo que me pedís que decida yo, es lo que debéis
decidir vosotros mismos. La Gran Resolución, que más que una decisión es la
gran determinación y más que una elección es una gran afirmación. El elegido es
aquel que elige. Es una vocación y una elección con la firmeza [7]
de quién lucha con un dios y en esa
batalla, prevalece [8].
Mis queridos
hombres del gran anhelo los dioses no os elegirán sino que vosotros debéis
elegirlos a ellos. Pero ellos os han elegido… para realizar esta elección.
Ante el
silencio que provocaron estas últimas palabras y la fatiga acumulada del camino
Zaratustra se excusó para retirarse a dormir, pues tenía por delante el resto
del camino.
Pero luego de
un rato de dormitar su cansancio, entre lágrimas y un nudo amargo en la
garganta por tanto gozo reservado para estos instantes, pues los
incondicionales producían en él esa emoción rebosante, se irguió de su sueño y
se puso a cantar estos versos, recordando el cobijo que su caverna le ofreció a
él y sus animales durante tantos tiempos:
Oh instante supremo de la tierra
Hasta aquí has llegado y has arrojado sobre la costa
La espuma de la cresta de tus olas.
Oh inmensidad del océano de tiempo,
tus aguas han decretado este momento
De lejos se ven llegar naves que un irrespetuoso viento
Impulsa veloz a lejanos puertos sobre playas argentadas
Luchan los cuatro vientos de la tierra y hábiles marinos
Conducen los destinos de tus hijos.
Oh si pudiera ser el menor de ellos, aun cuando pequeño,
Mi alma se despedazaría contra esas tus costas
y se refugiaría entre tus arrecifes
Oh patria de mi último ocaso
Tú eres el principio al que lleva mi fin
Esto también dijo Zaratustra
[1] Parrafo
extractado de "Del hombre superior" - Así hablaba Zaratustra.
[2] Parrafos
extractados de "En las Islas afortunadas" - Así hablaba Zaratustra.
Y di: "¡Ay de aquellas que hacen
lazoss mágicos para atar todas las manos, y hacen velos mágicos para
cubrir las cabezas de todos, para cazar sus almas!
[4] Para mí eres todavía un prisionero que
se imagina la libertad: ay, el alma de tales prisioneros se torna inteligente,
pero también astuta y mala. El liberado del espíritu tiene que purificarse
todavía. Muchos restos de cárcel y de moho quedan aún en él: su ojo tiene que
volverse todavía puro. - Parrafo extractado " Del
árbol de la montaña" - Así hablaba
Zaratustra
El que hallare su vida, la
perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí, la hallará. – Mateo 11:39
[7] Por lo cual, hermanos, procurad tanto
más de hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no
caeréis jamás.2Pedro 1:10
[8] 24 Y quedóse Jacob solo, y luchó con él
un varón hasta que rayaba el alba.
25 Y como vió que no podía con él, tocó
en el sitio del encaje de su muslo, y descoyuntóse el muslo de Jacob mientras
con él luchaba.
26 Y dijo: Déjame, que raya el alba. Y
él dijo: No te dejaré, si no me bendices.
27 Y él le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y
él respondió: Jacob.
28 Y él dijo: No se dirá más tu nombre
Jacob, sino Israel: porque has peleado con Dios y con los hombres, y has
vencido.
29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo:
Declárame ahora tu nombre. Y él respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre? Y
bendíjolo allí. Genesis 32
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