* Sobre La Aristocracia Necesaria
Interrumpió
el silencio, que las palabras de Zaratustra engendraron en el salón, la
ansiedad de uno de los más jóvenes de todos ellos, pues en mayoría los jóvenes
superaban a los más viejos.
- ¿Por qué el
superhombre no ha llegado todavía? ¿Y porque nos dices que llega la hora? -
- ¿No has
visto que todavía gobierna la plebe? - Pregunto con furioso asombro Zaratustra,
como si la falta de comprensión le hiriese profundamente. - Pero una sombra de
condescendencia hacia la inocencia del muchacho cubrió el entendimiento
aturdido de Zaratustra y retomando con no menos energía, le dijo:
-
Como ya se ha dicho antes: "Los esforzados de la riqueza, que
recogen su ganancia de todos los desperdicios, con ojos fríos, con pensamientos
codiciosos, esa chusma cuyo hedor llega al cielo, esa plebe dorada,
falsificada, cuyos padres fueron rateros, o pájaros de carroña, o traperos, esa
plebe complaciente con las mujeres, lasciva, olvidadiza: los que en efecto se
diferencian apenas de una puta, ha invadido todo, ¡plebe arriba, plebe
abajo!"[1] -
- Y hoy os
diré una frase demasiado dura especialmente para los oídos torpemente
delicados: "La plebe devino en gobernante del mundo"
¿Desde
cuando? Desde que un hombre pequeño, enloqueció y creyó que la grandeza
consistía en que hubieran hombres más pequeños que él. Y convirtiéndose en un
perro hortelano [2]
encontró una fórmula para su aristocracia, no en su propio crecer sino en
impedir el crecimiento de su aldea. Así es como el mismo empequeñeció y
debilito a toda su especie. Y aun hoy la tiene sujeta entre sus garras.
Y a su orden
se armaron diques para mantener dos marcados niveles de desigualdad y arriba en
su interior se socavaron cuevas y madrigueras para cobijar animales peludos
resistentes a las oscuras y frías humedades, allí donde la luz desmejora los
semblantes lívidos y pone en peligroso alerta a indefensas almitas enemigas de
la lucidez. Y estas son las criptas donde evolucionan las arañas, los bichos de
luz, donde se domestican vacas y se propaga la enfermedad de toda la tierra.
El
superhombre es quien finalmente rompe esos diques, luego que hombres superiores
agrietan y provocan fisuras que vacían mucho de su contenido. Es así como esos
embalses reducen notablemente la altura de sus aguas. Este descuido estratégico
forzado los ha tornado más vulnerables, pero no menos porfiados, pues la fuerza
y la persistencia de su Voluntad de Dominio reconstruyó desde escombros y
ruinas. A pesar de que ya no pudieron rehacer su obra como antes, se hicieron tal
como castores, de nuevos diques pequeños y nuevas madrigueras de barro y leña.
Y a esta
primera negligencia se le ha sumado otro error. Pues la Plebe y lo Noble están
divididas por un foso surcado por un río profundo que los hombres pequeños
construyeron como protección. Y esta misma defensa se constituye finalmente en
su inaccesibilidad a entender la nobleza que va por alrededor de esa fosa. Y le
es muy difícil comprender en su porfía lo que no están dispuestos a admitir.
Este hoyo de
separación se llama "La Gran entrega". Sobre una margen de este río
se abren arroyos que descienden a los valles, irrigando profusamente y
permitiendo fructíferas praderas, densos bosques y trabajados huertos.
De la otra
orilla por el contrario, de este río surgen arroyos que gradualmente se pierden
en la avidez de los arenales y la sequedad de tierras improductivas. Lo innoble
se distancia de lo noble en su capacidad de producir, en su posibilidad de
entregar.
Pero el caso
es que, el superhombre no puede ajustarse a los escondrijos y los estrechos
recintos de poder en que los hombres pequeños aprendieron a sentirse confortables.
Ese menosprecio en él, lo aleja aun de esa plebe dorada y falsificada, de
apócrifas aristocracias y lo acerca a esa voluntad de poder que prevalece
sobretodo lo mezquino y escaso, que con una voluptuosidad felina, le señala
terrados amplios y elevados, donde las brisas veraniegas refrescan su rostro y
acarician su naturaleza real.
Su instinto
aristocrático lo disuade de allegarse a las pequeñas madrigueras de roedores,
tan alejadas del aire renovador de la tierra, y lo mantiene lejos de esos
animalillos que aman la humedad de los depósitos inservibles de las burocracias
burguesas, de los palacios, de las cortes, de los museos, de los cementerios, y
de todos esos oscuros y cloacales claustros, esos huecos estrechos que solo resultan
agradables a un masoquista monje medieval. Porque ese espíritu felino no admite
lo limitado, solo es esclavo de su propia libertad en lugares amplios y altos,
aunque acepte complacido refugio donde el hogar arde generoso.
El
superhombre es aquel que ratifica ese ascendente impulso que rechaza a todo
ladrón nocturno, esos que aman la oscuridad y el pillaje; aquellos que
perfeccionan su habilidad permanente de ocultarse rápidamente en las mismas
casas que saquean; aquellos que corren velozmente a conseguir impunidad y
refugio en la palabra "nobleza"[3];
aquellos de poderosos y lascivos instintos de supervivencia que encuentran
dentro de sus nidos el entorno idóneo para mantener su progenie, porque su
resistente genética opone un nuevo antídoto a cada intento de eliminarlas;
aquellos débiles en la intemperie, frente al pueblo, pero que dominan sobre las
casas desde sus castas; aquellos que como los fariseos, se revisten exteriormente
de escamas brillantes y recubiertos engañosamente con pieles suaves de roedores;
aquellos que transportan su enfermedad en los intestinos y en sus inmundas
excreciones, así sus corrupciones se esparcen y contaminan la tierra.
Son aquellos
fervientes creyentes en la Gran Magia, esa que es incompatible y repele al
creador. Porque forjar, elaborar, producir, dar forma, crear, para ellos son
palabras extranjeras al idioma de su almas nacidas siempre agotadas y verbos
excesivos que su invertebrado cuerpo no puede cargar. Sus despreocupadas madres
les educaron desde el vientre a resistir su inutilidad construyendo torres de
vigilancia. Y así se hicieron muy hábiles en enlazar con sus cuerdas nubes
cargadas de muerte para su transito a cualquier solución. "Cortad el hilo
por lo más delgado" "A quien te pida, quítale" "Autoridad
que no abusa pierde su prestigio" "La única verdad es el engaño"
repiten en su catecismo en el que se sustituyó la palabra "vida" por
"sobrevivencia".
Tienen a sus
dioses por grandes servidores y los mantienen engañados a su servicio con
promesas de generosas ofrendas de sangre y fuego. Se esmeraron tanto en
convencer a sus rebaños que el sol era su padre, que hasta ellos mismos terminaron
creyéndolo. Echados cual perrillos custodios, en sus dormir sueñan que el reino
de los cielos les ayudará a conseguir el reino de la tierra.
En ellos los
azares y la suerte son las armas de combate que sus dioses bendicen como
respuesta a su devoción al inframundo. Porque en ellos, esa voluntad de poder,
es un mal tramitado expediente, ejecutado por un alma plebeya cargada de
venganzas, que culminará con la consumación de todos lo advenedizos.
Tal como los
monos de los zoológicos, solo saben esperar las viandas, así viven con las
manos extendidas hacia lo público, en actitud demandante. Por eso se enojan
mucho cuando otros animales extienden también sus manos a lo público, porque
temen perder sus raciones y la admiración de las gentes.
A esos
Zánganos les encanta los parloteos sobre evolución social, porque como
parásitos, como insectos inútiles e inservibles mariposillas de luz nocturna,
anhelan que un gran mago los transforme en coloridas mariposas. Pero como
corresponde a la naturaleza de todos los insectos que desprecian la luz del
sol, mueren en el loco frenesí del juego en las farolas, durante la oscuridad
de la noche.
¡Ay¡ que asco
me da esa plebe parásita, de azulada sangre cianótica, forzada al vampirismo. ¡Sí!
¡Vampiros! aquellas ratas con alas que
traspasan el umbral de los cementerios para sus vuelos nocturnos y que
retornan a dormir invertidos durante la luz hiriente del día. Drácula es la
cima evolutiva donde culminan sus aspiraciones más altas.
Esto es la
enfermedad que el hombre representa, lo que debe ser superado. Es lo que se
bambolea sobre el abismo, pero resiste hundirse en él, más aun cuando está
pronto a caer. Para él la aristocracia nunca fue algo a alcanzar, sino algo que
debe ser aniquilado. No hay cosa más peligrosa que la plebe disfrazada de
nobleza. Es Herodes que resiste la llegada de su rey. Es el ciego guía de
ciegos que caerán en el pozo porque no pueden ver los tiempos y las estaciones.
Para él, siempre es invierno porque no ha observado todavía la higuera [4]
* Tiempo Del ¡Basta!
Sin embargo, y aun cuando os
parezca contradictorio y dificultoso de comprender, también os digo que no pudo
haber sobre la tierra nada mejor para mantenerla limpia y despejada hasta hoy,
que una caterva de rapiñeros para someter cuerpos muertos. Para que los muertos
enterraran a sus muertos, se hizo necesario quien discriminara y separara. Unos
silenciosos guardas noctámbulos, custodios celosos de la decadencia del día.
Pero la
tierra hoy, clama en ira con el desgarro del hastío, y grita: ¡Basta![5] Ha llegado ya
el tiempo que prevalezca la estirpe de los hijos mejores, sobre todo lo
mediocre y despreciable. Ya ha concluido la hora de los peores, de los
decadentes ¡Consumada es la decrepitud! Ya han acabado su obra y la más
elocuente demostración de su habilidad,"Su redundante incompetencia
creadora". Y ahora su mayor torpeza y mejor estupidez ha causado la más
grande de todas las carcajadas. Una risa santa, la mayor de todas las
venganzas, que ha llegado como una ofrenda al alma superior, para rehacer y
restaurar una aristocracia olvidada.
Porque solo
una Aristocracia puede redimir al mundo. Solo los mejores tienen derechos a
gobernar sobre un mundo que hasta hoy es sometido por los peores, los
usurpadores, los que mantienen todo con una cuerda de mediocridad y con ella
atan los destinos a su visión decadente.
Para que el
mundo plebeyo acabe hacen faltan muchos siervos. Y sobre ellos las ansias de
venganza exquisita de una aristocracia oculta de la plebe, que encuentre su
satisfacción y su desagravio en pagar y compensar por su exilio. [6]
Se necesita
en el mundo, hombres que puedan atravesar el puente y la cornisa que conecta al
superhombre, una elite de caminantes y creadores, dispuesta al triunfo en
tiempos trágicos. Un pequeño grupo pero nutrido de los mejores constructores,
de excelsos arquitectos de la ingeniería imposible. Con el designio de edificar
y el mandato de cimentar sobre pétreos fundamentos una costosa muralla de
piedras preciosas y elevar un cercado hacia el futuro de nuestros hijos.
Esclarecidos artífices que con sus manos levanten esos muros, asienten sus
contrafuertes y rematen las almenas de ágatas y zafiros. Artesanos que elaboren
sus portales de roble con goznes dorados. Una defensa de protección para los
mejores, que frene y contenga el aluvión plebeyo.
Se necesita un
Moisés que aparte las aguas en dos muros, y que abra paso a una nueva ley, la
ley escrita con sangre del espíritu, la ley de los creadores y de los que
obedecen porque saben obedecerse.
Alguien con
mucho de bailarín equilibrista, que sepa mantenerse sobre un abismo como un
águila y que con una felina voluntad de dominio despedace todas las
aspiraciones de decadencia. Alguien con la inocencia intacta, con las
convicciones no domadas y el exquisito y virginal anhelo que posee un niño.
Alguien que
ame tanto la tierra como para persuadirla a que se enlace con todo lo elevado.
Y tentar a las alturas para que descienda en un rocío nupcial sobre las
espinosas rosas, para finalmente vestir como lirios a los eremitas, peregrinos
y caminantes.-
Cuando
caminéis vosotros hacia el superhombre, veréis sobre la tierra desierta caminar
a quienes son como vosotros, los que repelen el asco renovado, a los
despreciadores, a los que ríen, a los que bailan, a los que no espanta el
rugido de los leones.
* Enfermedad De La Tierra
Hasta hoy la
tierra padece de esta enfermedad, y su gravedad se llama "demasiado
tiempo". Los mejores médicos han pronosticado sobre ella una muerte lenta.
Una muerte sin redención que llegará inexorablemente. Un diagnóstico predicho
por quienes son la enfermedad.
- Tal vez
sería mejor preguntarle a ella - me dije un día en que el desconsuelo bramaba
sobre nubes oscuras. - porque quien mejor que el propio enfermo para describir
los síntomas. Porque nada se pudo haber dicho sin entender los dolores con más
precisión. Y el hombre no es el paciente ni el síntoma, sino su enfermedad. -
Y así es como
ella La Tierra me susurro entre sueños y despertares. Me preguntó: - ¿No has
oído tú que el mayor dolor de una madre no es en su parto, sino cuando el hijo
no quiere nacer? [7]
-
Le dije: - Me
sorprende que la rebeldía cause tanto daño. Pero dime más -
- ¡Oh mis
dolores¡, ya llevan tiempo. Hubo una época que esto me traía muy feliz, pero el
momento de la parición se retardaba, muchas causas eran las que prorrogaban el
instante esperado; pasaba el tiempo y se sumaban más motivos. Lo que todavía no
logro comprender es si: ¿El Hijo necesita más desarrollo o sus enemigos
entorpecen su manifestación?
Pero te
confiaré un último secreto. A fuerza del prolongado período, he podido
comprender algo que me llega desde el vientre. He escuchado murmullos y voces,
que me permiten deducir que está pronto a nacer. Mucha señales me han visitado
que compensan estos sufrimientos que me dominan. Una voz me repitió durante una
vigilia: "Este es el parto de los partos" y otra me estremeció cuando
me dijo: "El hijo son hijos" Porque el superhombre es quien rompe la
matriz y detrás atraviesa un pueblo; porque es el primogénito de un nuevo reino.
Hasta hoy la
historia carecía de sentido totalmente, lo que ha sido un gran problema para
sus médicos. Pero este heredero es quien le da significado, alcance y sentido
final a toda la tierra y su historia. Porque si la tierra no dejase un
heredero, no habría dioses capaces de reemplazar lo que se ha perdido [8].
Así que estas
manifestaciones han suavizado mis punzadas de parto y han calmado mis
ansiedades y tristezas -
Hay una
suprema voluntad que mueve al hombre y su historia. Esta no se conoce en
fortaleza, sino que será en debilidad, cuando esa voluntad este exhausta. Solo
de lo débil puede surgir la fuerza, y sostener férreas voluntades. Cuando el
hombre ha descendido a lo más profundo de su abismo, ese hombre al que yo llamo
"el protegido", allí en esa profundidad, cuando todo lo perdido
todavía flota a merced de las turbulencias creadas para abismar todo lo que
queda, ese valor guarecido en un arca se convierte en ese último recurso y esa
postrera estrategia; lo que ha sido depositado y resguardado en ese arca, esa
voluntad de poder preservada del quebranto, emerge como el acto final de un
creador desde las aguas, y también su primer acto. Ese fin y principio, es el
alfa y omega que da sentido a la creación que ha surgido y por la que siempre
se ha esperado. Ese gran final es su comienzo, así como un parto el final de
una larga gestación cobijada en una matriz, la conclusión de ese crecimiento
resguardado en el seno de la mujer, es el principio de toda existencia.
* El Amor Por La Mujer Y La Eternidad
- ¿Háblanos
de las mujeres, de quienes no podemos evitar su dominio? - preguntó el anciano
a quien llamaban "Picardía", porque se decía que había vencido a un
viejo diablo.
- La mujer
celosa de la eternidad, porque no puede competir con ella, se asocia a todo lo
que usa pollera para protegerse de tal rival. Un cuerpo mancomunado en una sola
voluntad matriarcal: "Desvanecer de la vista del hombre toda referencia de
esa imagen seductora que la eternidad ejerce por naturaleza superior". Así
es como al hombre le parece creer que únicamente su amor puede tener por
objetivo final la mujer. Enredando con las redes de las tablas de valores
absolutos la mujer hace prevalecer su visión e impone el "matrimonio"
o sea una "atadura exclusiva con una madre". Así se interpone entre
el hombre y su relación con todo lo sagrado, mensurando lo superior con una
moralidad destructora de toda esa voluptuosidad y despojando así toda posibilidad
de eternidad. Así el hombre, resigna su virilidad ante la tela de araña que
ella ya se ha tejido con las cruces de la iglesia.
- "Por
eso hoy, el amor por la mujer es un aposento donde se reúnen todos los desafíos
del hombre y se embriagan todas sus respuestas"
Por eso
escuchadme, os lo diré a vosotros que habéis salido de la matriz para
interpelar la vida misma. "Vuestros desafíos y vuestras respuestas os
serán dados cuando la matriz se cierre tras vosotros" Entonces vuestras
respuestas serán los nuevos retos. La eternidad comenzará a danzar su amor a
vuestro rededor. Y vosotros iniciareis a entender que la eternidad, nos seduce
con el ardor de una hermosa mujer, pero en su conquista es el mas imperturbable
de los hombres"
¿Es masculina
o femenina? Os preguntaréis sin respuesta, pero ¿que importancia tiene que la
felicidad llegue macho o hembra?
¿Me ama? ó
¿yo la amo? ¡Que importa! porque yo la quiero y la necesito, y es ella la que
atiende a mi necesidad. Este querer tan femenino, y ese acudir tan masculino.
Y si ese amor pudiera preñarnos ¿Qué
importancia tendría el sexo del vientre que pudiera dar a luz al superhombre? -
Y hoy el
hombre comete el error de considerar la mujer como a un compañero, como un
igual. Yo os digo que debéis ver a vuestra mujer como a un diferente, porque el
hombre difiere en que es un dador y ella
una receptora. Un portador de simiente sagrada, que debe entregar y engendrar
una redención en el seno femenino. Una tarea de la que no puede renunciar ni
ser relevado, así como el padre para con sus hijos, debéis ser redentores de
todo lo femenino. Ella así lo necesita y por eso en sus demandas carga
implícitamente con esta exigencia.
Si no lo
hicieras quedaría invalidado todo el pacto humano, la creación misma quedaría
inconclusa, porque el superhombre es el sentido de la tierra. Y la tierra
merece ya al superhombre.
Que vuestro
amor por la mujer, sea el de quien debe vaciar una fecunda plenitud, para
llenar siglos vacíos y estériles. Un entregarse después de volver desde el seno
más materno de todos los vientres, el de la eternidad. Un volver a nacer para
poder dominar lo eterno. Una ofrenda, una expiación para restaurar amores
salvadores. Redimid y convertid todo femenino, en vuestra madre, hermana,
esposa e hija. Hasta vuestra alma debe
avenirse a este femenino. Sed llenos con vuestra mejor esperma. Porque ese Dios
sediento y resistente de vuestras horas más oscuras, os preñara con el más
sorprendente y poderoso fruto, de vuestra propia sangre ofrendada. Sed llenos
con lo mejor de vuestra propia fuerza. Y hombres superiores… daréis a luz al
superhombre.
Esto también dijo Zaratustra
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