Del Amor que Redime

- Quisiera contestaros hermanos míos, pero ahora se me antoja bailar, porque hasta aquí han llegado con música y poesía pero ninguno ha llegado a vosotros como danzarín. Por eso os ruego que me disculpéis, pero mi alma, demasiado inquieta para sentarse en este momento, me lleva a las alturas donde el espíritu baila y solo la danza mantiene el equilibrio.

Oh hombres, ¿Nunca sentisteis el estremecimiento en vuestro pecho, y el deseo de cantar la canción del amor que redime? ¿No habéis todavía experimentado la liviandad de la pluma, en vuestros pies, ese torbellino que eleva por sobre las cumbres más frías congelando para vosotros las imágenes más escurridizas? Porque solo en esa altura se pueden espesar todas las cosas que se escapan a las torpes garras de los depredadores.

¿No habéis recibido todavía en vuestro rostro la imagen de aquel a quien aspiráis? ¿Podéis sentir esto ahora? -


Párrafo Del Amor que Redime en Capitulo 7

CAPITULO 3


* El Sueño Del Azar


Luego cuando sobrevino el sopor de la siesta, recostado sobre el tronco de un árbol soñaba con sensaciones e imágenes tan confusas que no podían ser pesadillas, sino una especie de provocación a su comprensión y a sus instintos tan bien cuidados.
En el sueño, se entremezclaban en un río profundo, voces de mujeres que repetían el nombre de Zaratustra. Algunas que surgían de entre las orillas decían: - "Tu eres un redentor, libéranos de la mujer" -
Pero otras más numerosas, que llegaban de lo hondura del centro expresaban: - "El diablo surge como carcelero de la magia", "¿Qué tenemos contra ti, Zaratustra? ¿Has venido acá á molestarnos antes de tiempo?"-
Así entre gritos y maldiciones se salió de su sueño. Desconcertado ante el acertijo que le proponía la nueva visión, se quedó cavilando un rato largo antes de reemprender la marcha.
- Muchos me han llamado "Mago", porque me han confundido con un adivino afortunado. - Se decía a propósito del sueño
- Nunca he podido entender en mi doctrina algo que se mueva azaroso, y mucho menos que carezca de causas. Los dioses juegan a los dados, porque no creen en el azar. Y si ellos no tienen por credo la casualidad, no entiendo porque yo debería cometer tal herejía.
Hombre de suerte y afortunados han llamado siempre los hombres pequeños a quien sin ningún riesgo disponía de sus alientos,  y así han bendecido a aquellos que solo saben maldecirlos. Llaman buena suerte y honran la ventura de aquellos que nunca los han beneficiado. Y así aceptan dócilmente que ese destino nunca les llegará. El azar para ellos es una especie de tienda de los acasos imposibles, como una nube cargada de lluvia imprevista que pasa de largo y no se digna descender en el sequedal. La humildad es su pecado imperdonable.

La buena fortuna es buena mercancía para los clientes de las gitanas. Pero en mi la buena ventura se enraíza y se asegura en que he desechado esa maleza de mi jardín,"la suerte". ¿Cómo podría hablar de mi dicha, si esta dependiera de esta anciana timadora,"la casualidad"? ¿Que más femenino que la inseguridad? ¿Y que nos acerca más a esa otra anciana "la fatalidad" que las faltas de certeza?
Ninguna felicidad puede llegar por voluntad de aquello que tiene una voluntad incierta, porque ¿como se puede encontrar aquello que no anhelamos previamente?
Pero mi alma ha hecho una pareja con mi dicha, y juntos han criado los hijos más saludables. Y son estos los que me acercan los mejores bocados y las certezas dignas de mi paladar, porque se complacen en mi buena digestión. Y esto ha convertido mi estomago en un órgano muy aristocrático, de manera que me ha evitado muchas indigestiones.
Por eso en mi, la magia son certezas y afirmaciones que salen como conejos paridos de mi galera, maravillando a mi alma y que extasiada, aplaude con una intensa voluptuosidad, que se confirma a si misma.

Mi último acto es el de un creador que se a creado a si mismo, y en el he reivindicado a todos los creadores y condenado a todos los que se dicen magos, incluido los muertos que tienen por su dios. Porque lo que no les permite a los magos acceder al supremo acto creador es su charlatanería. La magia en ellos solo hiede a mentiras y a trucos que concluye en los aplausos y en la admiración de la chusma.
Un creador es el espectador único de sus propias afirmaciones y es su único aplauso. Un creador esta más allá de actuaciones triviales y de la vacuidad mediocre de la magia de dioses muertos.
La vanidad, esa burbuja insustancial de los hombres pequeños, se complace en envolverse de actos y pensamientos mágicos. En lo hueco es donde aparecen los magos a sus conejos. Siempre cobijan en su galera, agujeros oscuros y vacíos tramposos para escondrijo de sus animales. La nada, lo vacío, lo insustancial, han devenido en el espectáculo central para atrapar incautos corderos, y resultó ser que el conejo es lo más eficiente por su velocidad como sebo de cacerías.
Estos magos se han hecho tan atractivos como necesarios, a tal punto que la vanidad, esa voluntad de vacío se ha vuelto imprescindible para la plebe, que conciben al mundo como una nada sin sentido, y la consienten y se llevan bien con su tristeza. Esa plebe que se regodea en todo lo vano, como los loros de los barrancos que siempre buscan refugio en cualquier hueco. Allí hacen su nido y de allí emiten su chillido. Todo lo vacío, todo lo vano y sin sentido asoma de esa galera mágica. De ese vientre desértico surgen los bosques más poblados y los alimentos más refinados para las mesas de la mediocridad y los bocadillos de los viejos maestros confiteros para producir las mejores indigestiones y llenar de gases los intestinos mas inflamados.
Así lo bajo y decadente adultera, con endebles instantes mágicos, a su amor frustrado por lo firme y permanente.

Por eso os insto, hombres que perseguís lo superior, a superar a todo pensamiento mágico de los hechiceros que "cobran a su platea para demostrar que todo deviene sin precio". Porque el estigma de la magia no es solamente la irracionalidad sino su vacuidad y contradicción. Os invito inclusive a sobrepasar aun la ligereza racional, a exceder más allá de todo lo bueno y malo, y permitir a vuestro espíritu alimentarse exquisitamente en la dieta concebida tan solo para dioses "La Supraracionalidad". -



* La Nada


Cierta vez entre dormido y despierto, Zaratustra se hallaba en un campo vasto y grande que albergaba la muerte en sepulturas. Nada crecía allí y la vida estaba ausente. Una luz remota, prevalecía triste entre las penumbras como un augurio de malas noticias. La curiosidad y una inquietud lo llevaron cerca de ese halo en la niebla, y se encontró de frente con la más aterradora de las imágenes que jamás hubo visto. Era una dama vestida de brumas y nieblas, con el rostro desdibujado por sombras, afirmaba su vista al horizonte, y un frío gélido se apoderaba de su entorno, como un trono no dispuesto ha caducar. Zaratustra evidentemente conmocionado se atrevió a preguntar ante quién estaba. A lo que ella respondió con orgullosa firmeza: - ¡Nadie! -
Insistiendo le preguntó su nombre. Y su respuesta fue más inquietante que la primera, y en un tono apesadumbrado le dijo:
- Mi nombre está prohibido de pronunciar para los mortales, porque ninguno de ellos puede conocerme. Mi nombre no puede ser pensado ni escrito, aunque muchos me han llamado y han tratado de describirme! Pero a ti y solo a ti te lo develo, Zaratustra. A ti y solo a ti puedo darme a entender, porque nadie más puede. -

"¡YO NO SOY, LO QUE NO SOY".

La memoria asombrada de Zaratustra, comenzó a invadir su mente con acontecimientos que estaban enterrados por el tiempo, y después de reafirmarse en si mismo le dijo:
- Mujer, yo te conozco porque he tratado de describirte y te he llamado, por eso puedo comprender tu nombre y entender tú hablar taciturno. Alguna vez te he descrito como "Lo que no es digno de ser pensado ni hablado" Y cuanto de los pequeños hombres que lo han intentado han sido burlados y han burlando al mundo timando con su palabrería, llenando las plazas con sus engaños. Hasta los mismos dioses han sido estafados por esta plebe tratando de describirte y han llenado sus arcones con el oro de los tenderos necesitados de respuestas rápidas. Porque solo las respuestas que se mueven lentamente son las que se cocinan mejor -
Entonces la dama reflexionó: - Recuerda Zaratustra, cuando uno de estos sabios me describió y me llamó "La Nada". Este hechicero, rompió mi relajada inexistencia cuando me arrastró con sus vendas mágicas, le dio vida y forma a mi cuerpo y me expuso ante los hombres, forzando en mí una existencia no deseada. Mi mayor deseo desde entonces es abandonar esta forma de existencia inexistente. Por eso me he acercado a ti en sueño, porque es la única manera posible, para rogarte que tú, Zaratustra acabes con este hechizo que como una blasfemia creciente me mantiene encadenada hasta el fin de los hombres pequeños.
Tu condena se deriva a una pena aun mayor, que es la maldición de los pequeños hombres de tenerte en su altar enfrentado a sus cocinas, no porque quieran atarte así a sus digestiones. Sino justamente por lo contrario, porque tu eres la diosa de todas sus indigestiones, y así ellos te invocan no para curar sus estómagos, sino tan solo para aliviar sus dolorosos cólicos.
Y sus sacerdotes han elaborado un culto a tu imagen muy complejo. Han concebido milagros, dándole vida a cosas que no deberían existir, y permitiendo que cobren valor, aquello que no tiene ninguno. Son fervientes devotos de lo que no posee sentido alguno. Abstracto, Absurdo e Incongruente, los dioses principales que tienen un lugar central en las ábsides de sus catedrales. Aman dioses de doctrinas volátiles que tengan la propiedad de mutar con facilidad. Sus dioses se originan en la nada y terminan en el Nirvana. Nada de nada.
Su osadía no termina con estas blasfemias, sino que su hocico impreca a la poca cuota de racionalidad que asoma en los rebeldes de su culto. Y han vendido mucha de estos vacíos a las arañas que les han tejido ajuares para su boda con la  pesadez.
Pero no te importuno más, y en mi tienes un guardián de tu reposo. Yo mismo labraré tu lápida del granito mas firme. Yo seré quién mate con mis propias manos a los profanadores de cementerios y que ose despertar tu descanso en la eternidad.


* La Justicia


Apesadumbrado por el encuentro con La Nada, Zaratustra, sin terminar de reponerse se decía, que aquellos hombrecillos de la entrada del camino tal vez tenían mucha razón en prevenirlo, pues el enfrentar a lo femenino en el hombre es un desafío y un peligroso juego que concluye en acertijos con más preguntas que en su comienzo.
Pero rápidamente pudo reponerse del espíritu de la pesadez, porque la voluntad resolutiva de Zaratustra, sabía que todas las cosas tienen sus respuestas. Y se dijo resolutivamente:
- Para el conocimiento no es necesario hundirse en ninguna profundidad, pero sí hay que hacerlo, escarbar y escarbar hasta penetrar a esas minas recónditas donde se hallan  protegidas todas esas mentiras de los hombres empequeñecidos. No hay necesidad de profundidad en la comprensión de las verdades, pues estas son sencillas como doncellas vírgenes y dóciles como amantes, solamente si antes se pudo atravesar ese portal metálico que cubre el acceso a ese profundo  socavón, en donde se esconde esa anciana mentirosa llamada ignorancia. -

Para terminar de reponerse se recostó sobre un roca al pie de un cerro, cercano a una gruta un poco más elevada. Y se quedó mirándola pues coincidía con sus pensamientos de cavernas y cuevas. Al quedar dormido, otro sueño invadió su mente, tal vez como una continuación del anterior, o tal vez como un mensaje que llevaba esperando largamente en ese espacio para ser develado. 

Otra figura femenina, fría como una escultura, agrisada por el polvo del aire y del tiempo, velados sus ojos por una venda, buscaba en meneos de su cabeza algo que no terminaba de encontrar.
Zaratustra se acercó para desde abajo mirar entra la venda y sus ojos, porque no podía visualizar un intersticio entre ambos. Efectivamente era como si esa tela se hubiera encarnado al rostro. Preocupado y tratando de entender inquirió:
- ¿De que te ocultas tras tu venda, mujer? ¿Que cosa puede herir tus ojos, para que no desnudes tu vista? ¿Tan duras son para ti las cosas, que evitas verlas?
Y sin cesar sus movimientos de cabeza, dijo: - No hay cosa más dura que la verdad, porque es lo más duro de conseguir y más duro aun de mantenerla  -
Repreguntando Zaratustra: - ¿Qué propósito persigues al esconderte de la verdad? –
- No estoy escondiéndome de la verdad sino de las mentiras que han visto mis ojos. Hastiada esta mi alma de esas imágenes y de ser cómplice involuntario de  engaños y fraudes de quienes se sienten más cómodos en la mediocridad recubiertos con los oscuros harapos de las mentiras, que revestidos de la verdad luminosa. Quiero mantenerme imparcial ante esta plebe. -
-¿ Pero es que no sabes acaso, que para ser imparcial hay que poseer la mejor mirada?
Si tu que entendiendo bien el daño de la mentira, rehúsas el verla, ¿Quien podrá verla? Porque no es lo mismo no querer ver que estar ciego.
Ahora entiendo bien que es lo busca incesantemente tu ceguera autoimpuesta. Aquí la tienes, la hallé a tus espaldas, toma esta balanza, que seguramente al caer se destrozó. Ahora sé quien eres y de que ocultas tu vista, tu nombre es Fluidez.
Mujer, quién te impuso una vida en la oscuridad debería ser condenado a una enceguecedora prisión, donde su expiación consista en no poder evitar el ver. Porque para quien no entiende la esencia de la justicia el mejor correctivo es una injusticia. -

La bella eternidad que respira en armonía y equilibrio, descendió sobre la tierra y solo ha encontrado hombres pequeños. Asfixiada por este desajuste se alejó de ella hasta que un justo pueda volver y estabilizarla. ¿Hay mayor injusticia que un desequilibrio? ¿Y toda balanza no busca equidad? ¿Hay mayor injusticia que una deuda impaga? ¿Y muchos de los que bailan gratis, no deberían saldar sus cuentas? Pues existe un contrapeso en la balanza del mundo, que agrega mas peso cuando esta busca igualarse. Ese contrapeso amante de los desniveles, ese desequilibrista que ha logrado contrarrestar su vértigo se llama Hombre. Por esa enfermedad, ese tumor progresivo que obtura todo fluir, se ha engendrado una humanidad microcéfala, una pequeñita cabeza que no sabe donde ir. Un tapón herrumbrado que se ha atascado por la antigüedad del oxido.
Aun cuando la fluidez de la vida, corre siempre hacia su estabilidad, porque todo fluido tiende a compensarse, en el hombre se ha desarrollado una maestría contra natura, porque ha encontrado una manera de contener el movimiento de la vida, de interrumpir esa corriente vital y natural que va a su reposo y equilibrio de esa circulación que no solo es justa sino necesaria.
Y esa plebe ha llamado justa a la injusticia, ha vendado los ojos de sus jueces para que impartiendo inequidad con legalidades, madurase las inestabilidades que solo logran contener con grandes pesas de sangre.


Esto también dijo Zaratustra 

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