* El Sueño Del Azar
Luego cuando
sobrevino el sopor de la siesta, recostado sobre el tronco de un árbol soñaba con
sensaciones e imágenes tan confusas que no podían ser pesadillas, sino una
especie de provocación a su comprensión y a sus instintos tan bien cuidados.
En el sueño,
se entremezclaban en un río profundo, voces de mujeres que repetían el nombre
de Zaratustra. Algunas que surgían de entre las orillas decían: - "Tu eres
un redentor, libéranos de la mujer" -
Pero otras
más numerosas, que llegaban de lo hondura del centro expresaban: - "El
diablo surge como carcelero de la magia", "¿Qué tenemos contra ti,
Zaratustra? ¿Has venido acá á molestarnos antes de tiempo?"-
Así entre
gritos y maldiciones se salió de su sueño. Desconcertado ante el acertijo que
le proponía la nueva visión, se quedó cavilando un rato largo antes de
reemprender la marcha.
- Muchos me
han llamado "Mago", porque me han confundido con un adivino
afortunado. - Se decía a propósito del sueño
- Nunca he
podido entender en mi doctrina algo que se mueva azaroso, y mucho menos que
carezca de causas. Los dioses juegan a los dados, porque no creen en el azar. Y
si ellos no tienen por credo la casualidad, no entiendo porque yo debería
cometer tal herejía.
Hombre de
suerte y afortunados han llamado siempre los hombres pequeños a quien sin
ningún riesgo disponía de sus alientos,
y así han bendecido a aquellos que solo saben maldecirlos. Llaman buena
suerte y honran la ventura de aquellos que nunca los han beneficiado. Y así
aceptan dócilmente que ese destino nunca les llegará. El azar para ellos es una
especie de tienda de los acasos imposibles, como una nube cargada de lluvia
imprevista que pasa de largo y no se digna descender en el sequedal. La
humildad es su pecado imperdonable.
La buena
fortuna es buena mercancía para los clientes de las gitanas. Pero en mi la
buena ventura se enraíza y se asegura en que he desechado esa maleza de mi
jardín,"la suerte". ¿Cómo podría hablar de mi dicha, si esta
dependiera de esta anciana timadora,"la casualidad"? ¿Que más
femenino que la inseguridad? ¿Y que nos acerca más a esa otra anciana "la
fatalidad" que las faltas de certeza?
Ninguna
felicidad puede llegar por voluntad de aquello que tiene una voluntad incierta,
porque ¿como se puede encontrar aquello que no anhelamos previamente?
Pero mi alma
ha hecho una pareja con mi dicha, y juntos han criado los hijos más saludables.
Y son estos los que me acercan los mejores bocados y las certezas dignas de mi
paladar, porque se complacen en mi buena digestión. Y esto ha convertido mi
estomago en un órgano muy aristocrático, de manera que me ha evitado muchas
indigestiones.
Por eso en
mi, la magia son certezas y afirmaciones que salen como conejos paridos de mi
galera, maravillando a mi alma y que extasiada, aplaude con una intensa
voluptuosidad, que se confirma a si misma.
Mi último
acto es el de un creador que se a creado a si mismo, y en el he reivindicado a
todos los creadores y condenado a todos los que se dicen magos, incluido los
muertos que tienen por su dios. Porque lo que no les permite a los magos
acceder al supremo acto creador es su charlatanería. La magia en ellos solo
hiede a mentiras y a trucos que concluye en los aplausos y en la admiración de
la chusma.
Un creador es
el espectador único de sus propias afirmaciones y es su único aplauso. Un
creador esta más allá de actuaciones triviales y de la vacuidad mediocre de la
magia de dioses muertos.
La vanidad,
esa burbuja insustancial de los hombres pequeños, se complace en envolverse de
actos y pensamientos mágicos. En lo hueco es donde aparecen los magos a sus
conejos. Siempre cobijan en su galera, agujeros oscuros y vacíos tramposos para
escondrijo de sus animales. La nada, lo vacío, lo insustancial, han devenido en
el espectáculo central para atrapar incautos corderos, y resultó ser que el
conejo es lo más eficiente por su velocidad como sebo de cacerías.
Estos magos
se han hecho tan atractivos como necesarios, a tal punto que la vanidad, esa
voluntad de vacío se ha vuelto imprescindible para la plebe, que conciben al
mundo como una nada sin sentido, y la consienten y se llevan bien con su
tristeza. Esa plebe que se regodea en todo lo vano, como los loros de los
barrancos que siempre buscan refugio en cualquier hueco. Allí hacen su nido y
de allí emiten su chillido. Todo lo vacío, todo lo vano y sin sentido asoma de
esa galera mágica. De ese vientre desértico surgen los bosques más poblados y
los alimentos más refinados para las mesas de la mediocridad y los bocadillos
de los viejos maestros confiteros para producir las mejores indigestiones y
llenar de gases los intestinos mas inflamados.
Así lo bajo y
decadente adultera, con endebles instantes mágicos, a su amor frustrado por lo
firme y permanente.
Por eso os
insto, hombres que perseguís lo superior, a superar a todo pensamiento mágico
de los hechiceros que "cobran a su platea para demostrar que todo deviene
sin precio". Porque el estigma de la magia no es solamente la
irracionalidad sino su vacuidad y contradicción. Os invito inclusive a
sobrepasar aun la ligereza racional, a exceder más allá de todo lo bueno y
malo, y permitir a vuestro espíritu alimentarse exquisitamente en la dieta
concebida tan solo para dioses "La Supraracionalidad". -
* La Nada
Cierta vez
entre dormido y despierto, Zaratustra se hallaba en un campo vasto y grande que
albergaba la muerte en sepulturas. Nada crecía allí y la vida estaba ausente.
Una luz remota, prevalecía triste entre las penumbras como un augurio de malas
noticias. La curiosidad y una inquietud lo llevaron cerca de ese halo en la
niebla, y se encontró de frente con la más aterradora de las imágenes que jamás
hubo visto. Era una dama vestida de brumas y nieblas, con el rostro desdibujado
por sombras, afirmaba su vista al horizonte, y un frío gélido se apoderaba de
su entorno, como un trono no dispuesto ha caducar. Zaratustra evidentemente
conmocionado se atrevió a preguntar ante quién estaba. A lo que ella respondió
con orgullosa firmeza: - ¡Nadie! -
Insistiendo
le preguntó su nombre. Y su respuesta fue más inquietante que la primera, y en
un tono apesadumbrado le dijo:
- Mi nombre
está prohibido de pronunciar para los mortales, porque ninguno de ellos puede
conocerme. Mi nombre no puede ser pensado ni escrito, aunque muchos me han
llamado y han tratado de describirme! Pero a ti y solo a ti te lo develo,
Zaratustra. A ti y solo a ti puedo darme a entender, porque nadie más puede. -
"¡YO NO SOY, LO QUE NO SOY".
La memoria
asombrada de Zaratustra, comenzó a invadir su mente con acontecimientos que
estaban enterrados por el tiempo, y después de reafirmarse en si mismo le dijo:
- Mujer, yo
te conozco porque he tratado de describirte y te he llamado, por eso puedo
comprender tu nombre y entender tú hablar taciturno. Alguna vez te he descrito
como "Lo que no es digno de ser pensado ni hablado" Y cuanto de los
pequeños hombres que lo han intentado han sido burlados y han burlando al mundo
timando con su palabrería, llenando las plazas con sus engaños. Hasta los
mismos dioses han sido estafados por esta plebe tratando de describirte y han
llenado sus arcones con el oro de los tenderos necesitados de respuestas
rápidas. Porque solo las respuestas que se mueven lentamente son las que se
cocinan mejor -
Entonces la
dama reflexionó: - Recuerda Zaratustra, cuando uno de estos sabios me describió
y me llamó "La Nada". Este hechicero, rompió mi relajada inexistencia
cuando me arrastró con sus vendas mágicas, le dio vida y forma a mi cuerpo y me
expuso ante los hombres, forzando en mí una existencia no deseada. Mi mayor
deseo desde entonces es abandonar esta forma de existencia inexistente. Por eso
me he acercado a ti en sueño, porque es la única manera posible, para rogarte
que tú, Zaratustra acabes con este hechizo que como una blasfemia creciente me
mantiene encadenada hasta el fin de los hombres pequeños.
Tu condena se
deriva a una pena aun mayor, que es la maldición de los pequeños hombres de
tenerte en su altar enfrentado a sus cocinas, no porque quieran atarte así a
sus digestiones. Sino justamente por lo contrario, porque tu eres la diosa de
todas sus indigestiones, y así ellos te invocan no para curar sus estómagos,
sino tan solo para aliviar sus dolorosos cólicos.
Y sus
sacerdotes han elaborado un culto a tu imagen muy complejo. Han concebido
milagros, dándole vida a cosas que no deberían existir, y permitiendo que
cobren valor, aquello que no tiene ninguno. Son fervientes devotos de lo que no
posee sentido alguno. Abstracto, Absurdo e Incongruente, los dioses principales
que tienen un lugar central en las ábsides de sus catedrales. Aman dioses de
doctrinas volátiles que tengan la propiedad de mutar con facilidad. Sus dioses
se originan en la nada y terminan en el Nirvana. Nada de nada.
Su osadía no
termina con estas blasfemias, sino que su hocico impreca a la poca cuota de
racionalidad que asoma en los rebeldes de su culto. Y han vendido mucha de
estos vacíos a las arañas que les han tejido ajuares para su boda con la pesadez.
Pero no te
importuno más, y en mi tienes un guardián de tu reposo. Yo mismo labraré tu
lápida del granito mas firme. Yo seré quién mate con mis propias manos a los
profanadores de cementerios y que ose despertar tu descanso en la eternidad.
* La Justicia
Apesadumbrado
por el encuentro con La Nada, Zaratustra, sin terminar de reponerse se decía,
que aquellos hombrecillos de la entrada del camino tal vez tenían mucha razón
en prevenirlo, pues el enfrentar a lo femenino en el hombre es un desafío y un
peligroso juego que concluye en acertijos con más preguntas que en su comienzo.
Pero rápidamente
pudo reponerse del espíritu de la pesadez, porque la voluntad resolutiva de Zaratustra,
sabía que todas las cosas tienen sus respuestas. Y se dijo resolutivamente:
- Para el
conocimiento no es necesario hundirse en ninguna profundidad, pero sí hay que
hacerlo, escarbar y escarbar hasta penetrar a esas minas recónditas donde se
hallan protegidas todas esas mentiras de
los hombres empequeñecidos. No hay necesidad de profundidad en la comprensión
de las verdades, pues estas son sencillas como doncellas vírgenes y dóciles
como amantes, solamente si antes se pudo atravesar ese portal metálico que
cubre el acceso a ese profundo socavón,
en donde se esconde esa anciana mentirosa llamada ignorancia. -
Para terminar
de reponerse se recostó sobre un roca al pie de un cerro, cercano a una gruta
un poco más elevada. Y se quedó mirándola pues coincidía con sus pensamientos de
cavernas y cuevas. Al quedar dormido, otro sueño invadió su mente, tal vez como
una continuación del anterior, o tal vez como un mensaje que llevaba esperando largamente
en ese espacio para ser develado.
Otra figura
femenina, fría como una escultura, agrisada por el polvo del aire y del tiempo,
velados sus ojos por una venda, buscaba en meneos de su cabeza algo que no
terminaba de encontrar.
Zaratustra se
acercó para desde abajo mirar entra la venda y sus ojos, porque no podía
visualizar un intersticio entre ambos. Efectivamente era como si esa tela se
hubiera encarnado al rostro. Preocupado y tratando de entender inquirió:
- ¿De que te
ocultas tras tu venda, mujer? ¿Que cosa puede herir tus ojos, para que no
desnudes tu vista? ¿Tan duras son para ti las cosas, que evitas verlas?
Y sin cesar
sus movimientos de cabeza, dijo: - No hay cosa más dura que la verdad, porque
es lo más duro de conseguir y más duro aun de mantenerla -
Repreguntando
Zaratustra: - ¿Qué propósito persigues al esconderte de la verdad? –
- No estoy
escondiéndome de la verdad sino de las mentiras que han visto mis ojos.
Hastiada esta mi alma de esas imágenes y de ser cómplice involuntario de engaños y fraudes de quienes se sienten más
cómodos en la mediocridad recubiertos con los oscuros harapos de las mentiras,
que revestidos de la verdad luminosa. Quiero mantenerme imparcial ante esta
plebe. -
-¿ Pero es
que no sabes acaso, que para ser imparcial hay que poseer la mejor mirada?
Si tu que
entendiendo bien el daño de la mentira, rehúsas el verla, ¿Quien podrá verla?
Porque no es lo mismo no querer ver que estar ciego.
Ahora
entiendo bien que es lo busca incesantemente tu ceguera autoimpuesta. Aquí la
tienes, la hallé a tus espaldas, toma esta balanza, que seguramente al caer se
destrozó. Ahora sé quien eres y de que ocultas tu vista, tu nombre es Fluidez.
Mujer, quién
te impuso una vida en la oscuridad debería ser condenado a una enceguecedora
prisión, donde su expiación consista en no poder evitar el ver. Porque para
quien no entiende la esencia de la justicia el mejor correctivo es una
injusticia. -
La bella
eternidad que respira en armonía y equilibrio, descendió sobre la tierra y solo
ha encontrado hombres pequeños. Asfixiada por este desajuste se alejó de ella
hasta que un justo pueda volver y estabilizarla. ¿Hay mayor injusticia que un
desequilibrio? ¿Y toda balanza no busca equidad? ¿Hay mayor injusticia que una
deuda impaga? ¿Y muchos de los que bailan gratis, no deberían saldar sus
cuentas? Pues existe un contrapeso en la balanza del mundo, que agrega mas peso
cuando esta busca igualarse. Ese contrapeso amante de los desniveles, ese
desequilibrista que ha logrado contrarrestar su vértigo se llama Hombre. Por
esa enfermedad, ese tumor progresivo que obtura todo fluir, se ha engendrado
una humanidad microcéfala, una pequeñita cabeza que no sabe donde ir. Un tapón
herrumbrado que se ha atascado por la antigüedad del oxido.
Aun cuando la
fluidez de la vida, corre siempre hacia su estabilidad, porque todo fluido
tiende a compensarse, en el hombre se ha desarrollado una maestría contra
natura, porque ha encontrado una manera de contener el movimiento de la vida,
de interrumpir esa corriente vital y natural que va a su reposo y equilibrio de
esa circulación que no solo es justa sino necesaria.
Y esa plebe ha
llamado justa a la injusticia, ha vendado los ojos de sus jueces para que
impartiendo inequidad con legalidades, madurase las inestabilidades que solo
logran contener con grandes pesas de sangre.
Esto también dijo Zaratustra
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