No intentaría ni mis pensamientos podrán, nunca jamás hacer sombra sobre el monumental trabajo de Friedrich Nietzsche “Así hablaba Zaratustra”. Esta entrega está causada por el inmenso respeto que yace en mi alma hacia este hombre y su obra.Valga en este escrito mi más profundo homenaje a este superhombre. Para este hombre poderoso y fuerte, que en medio de su soledad del siglo XIX, y que a pesar de ser uno de los escasos periodos y raramente luminosos de nuestra humanidad, jamás consiguió compañeros que alcanzaran a dimensionar el peso de su obra. Lo que F. Nietzsche consigue interpelar, es a todo punto de vista, único y solitario.
Mi intento es afirmar su obra y extenderme sobre temas que yo considero por demás relevantes y que él no pudo tratar con amplitud según mí entender. Quizás porque no tuvo el tiempo necesario que su salud le negó, o porque no tuvo el contexto apropiado en su momento, o porque simplemente su caudal pasó por encima de muchas cosas sin poder detenerse.
He discutido interiormente con su pensamiento, muchas veces. Sentía, por lo que leía, un impulso interior de inquirirlo personalmente, lo que no me era posible. Pero como lo que ha estado cerca de mi mano siempre son sus escritos, en ellos he descubierto su propia interpelación, que es justamente de lo que me he servido para estos diálogos de Zaratustra, quien como hombre sagrado, no puede dejar de hablar ni de ser escuchado.
De todas maneras y más allá de cualquier impresión que causare este trabajo, me siento avalado por lo dicho por Zaratustra, y por F. Nietzsche:
Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras calló como quien no ha dicho aún su última palabra; largo tiempo sopesó, dudando, el bastón en su mano. Por fin habló así, y su voz se había cambiado:
- ¡Ahora yo me voy solo, discípulos míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo quiero yo.
En verdad, éste es mi consejo: ¡Alejaos de mí y guardaos de Zaratustra! Y aun mejor: ¡avergonzaos de él! Tal vez os ha engañado.
El hombre del conocimiento no sólo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también que poder odiar a sus amigos.
Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais a deshojar vosotros mi corona?
Vosotros me veneráis, pero ¿qué ocurrirá si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Cuidad de que no os aplaste una estatua!
¿Decís que creéis en Zaratustra? ¡Más qué importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, ¡más qué importan todos los creyentes! No os habíais buscado aún a vosotros, entonces me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes, por eso se desprecia toda fe.
Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado de mí volveré entre vosotros.
En verdad, con otros ojos, hermanos míos, buscaré yo entonces a mis perdidos; con un amor distinto os amaré entonces
Y todavía de una vez debéis llegar a ser para mí amigos e hijos de una sola esperanza: entonces quiero estar con vosotros por tercera vez, para celebrar con vosotros el gran mediodía -
De la virtud que hace regalos - Así habló Zaratustra
No hay comentarios.:
Publicar un comentario