Del Amor que Redime

- Quisiera contestaros hermanos míos, pero ahora se me antoja bailar, porque hasta aquí han llegado con música y poesía pero ninguno ha llegado a vosotros como danzarín. Por eso os ruego que me disculpéis, pero mi alma, demasiado inquieta para sentarse en este momento, me lleva a las alturas donde el espíritu baila y solo la danza mantiene el equilibrio.

Oh hombres, ¿Nunca sentisteis el estremecimiento en vuestro pecho, y el deseo de cantar la canción del amor que redime? ¿No habéis todavía experimentado la liviandad de la pluma, en vuestros pies, ese torbellino que eleva por sobre las cumbres más frías congelando para vosotros las imágenes más escurridizas? Porque solo en esa altura se pueden espesar todas las cosas que se escapan a las torpes garras de los depredadores.

¿No habéis recibido todavía en vuestro rostro la imagen de aquel a quien aspiráis? ¿Podéis sentir esto ahora? -


Párrafo Del Amor que Redime en Capitulo 7

Tapa del libro y Prólogo






ZARATUSTRA BAJA DE SU CAVERNA

Charlas con discípulos,

 para cruzar el puente al superhombre





Continuación del texto de Friedrich Nietzsche
“Así hablaba Zaratustra”
Adaptación libre de


Pastor Rey
http://zaratustrabajadecaverna.blogspot.com.ar
reypastor1368@gmail.com
Tel. 054-011-64946522












Producido por Logia Leones que Ríen
©   Pastor Rey  -  2015




Prólogo del autor.





No intentaría ni mis pensamientos podrán, nunca jamás hacer sombra sobre el monumental trabajo de Friedrich Nietzsche “Así hablaba Zaratustra”. Esta entrega está causada por el inmenso respeto que yace en mi alma hacia este hombre y su obra.Valga en este escrito mi más profundo homenaje a este superhombre. Para este hombre poderoso y fuerte, que en medio de su soledad del siglo XIX, y que a pesar de ser uno de los escasos periodos y raramente luminosos de nuestra humanidad, jamás consiguió compañeros que alcanzaran a dimensionar el peso de su obra. Lo que F. Nietzsche consigue interpelar, es a todo punto de vista, único y solitario.

Mi intento es afirmar su obra y extenderme sobre temas que yo considero por demás relevantes y que él no pudo tratar con amplitud según mí entender. Quizás porque no tuvo el tiempo necesario que su salud le negó, o porque no tuvo el contexto apropiado en su momento, o porque simplemente su caudal pasó por encima de muchas cosas sin poder detenerse.


He discutido interiormente con su pensamiento, muchas veces. Sentía, por lo que leía, un impulso interior de inquirirlo personalmente, lo que no me era  posible. Pero como lo que ha estado cerca de mi mano siempre son sus escritos, en ellos he descubierto su propia interpelación, que es justamente de lo que me he servido para estos diálogos de Zaratustra, quien como hombre sagrado, no puede dejar de hablar ni de ser escuchado.

De todas maneras y más allá de cualquier impresión que causare este trabajo, me siento avalado por lo dicho por Zaratustra, y por F. Nietzsche:

Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras calló como quien no ha dicho aún su última palabra; largo tiempo sopesó, dudando, el bastón en su mano. Por fin habló así, y su voz se había cambiado:
- ¡Ahora yo me voy solo, discípulos míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo quiero yo.
En verdad, éste es mi consejo: ¡Alejaos de mí y guardaos de Zaratustra! Y aun mejor: ¡avergonzaos de él! Tal vez os ha engañado.
El hombre del conocimiento no sólo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también que poder odiar a sus amigos. 
Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais a deshojar vosotros mi corona?
Vosotros me veneráis, pero ¿qué ocurrirá si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Cuidad de que no os aplaste una estatua!  
¿Decís que creéis en Zaratustra? ¡Más qué importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, ¡más qué importan todos los creyentes! No os habíais buscado aún a vosotros, entonces me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes, por eso se desprecia toda fe. 
Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado de mí volveré entre vosotros.
En verdad, con otros ojos, hermanos míos, buscaré yo entonces a mis perdidos; con un amor distinto os amaré entonces
Y todavía de una vez debéis llegar a ser para mí amigos e hijos de una sola esperanza: entonces quiero estar con vosotros por tercera vez, para celebrar con vosotros el gran mediodía -

 De la virtud que hace regalos - Así habló Zaratustra 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario