Del Amor que Redime

- Quisiera contestaros hermanos míos, pero ahora se me antoja bailar, porque hasta aquí han llegado con música y poesía pero ninguno ha llegado a vosotros como danzarín. Por eso os ruego que me disculpéis, pero mi alma, demasiado inquieta para sentarse en este momento, me lleva a las alturas donde el espíritu baila y solo la danza mantiene el equilibrio.

Oh hombres, ¿Nunca sentisteis el estremecimiento en vuestro pecho, y el deseo de cantar la canción del amor que redime? ¿No habéis todavía experimentado la liviandad de la pluma, en vuestros pies, ese torbellino que eleva por sobre las cumbres más frías congelando para vosotros las imágenes más escurridizas? Porque solo en esa altura se pueden espesar todas las cosas que se escapan a las torpes garras de los depredadores.

¿No habéis recibido todavía en vuestro rostro la imagen de aquel a quien aspiráis? ¿Podéis sentir esto ahora? -


Párrafo Del Amor que Redime en Capitulo 7

CAPITULO 2


* El Camino No Transitado


Siguiendo por su camino, no tardo en encontrar una senda que salía inadvertidamente de entre un grupo de malezas y piedras. Efectivamente no la reconocía y a pesar de sus extensas y vastas caminatas por la montaña, nunca antes la había advertido. Tan sorprendido estaba por su hallazgo que se olvidó de la premura de su objetivo.
Así estaba cuando se le cruzaron unos hombrecillos a quienes le preguntó por el León, pero no pudieron responder algo que le diera alguna pista. Y dirigiendo su mirada sobre la senda consultó por lo que allí se abría. Con un expresivo temor que invadía su mirada, rápidamente pasaron a advertirlo sobre esa senda:
- Te prevenimos Zaratustra, a ti que eres un caminante de estas montañas, que te desvíes de tu propósito de entrar por este camino poco recomendable, pues transitan por él mujeres temibles, y los pocos hombres que se atreven, lo recorren con angustia. -
Como los vio muy temerosos y convencidos, y que su aprensión superaba a su razón, no quiso confrontar con ellos; solo saludó agradecido por sus indicaciones.
Ciertamente esa senda le atraía con la poderosa seducción de lo nuevo y con el develar algo oculto. Una sensación muy fuerte, como un desafío necesario le indicaba esa nueva dirección y Zaratustra nunca se opuso a los impulsos fuertes, porque él mismo era un fuerte impulso hacia una meta nueva.
Para si, sin poder entender sus razones, sospechando cosas que todavía no podía comprender, acudieron a su mente unas viejas palabras archivadas en la memoria de los enigmas, y asumiendo una actitud profética se dijo: - "Se debe caminar donde los hombres no se atreven, para que el superhombre pueda volver a transitar todos los caminos" - También se dijo: - Debo tomar de esta copa. No tengo opción.-
Ante esta percepción le sobrevino un agradable presentimiento, que terminó definiendo su rumbo, porque no era hombre de despreciar ligeramente una intuición. Apartando con su cayado algunas matas se derivó por el camino que se le ofrecía como una virgen anhelante de ser amada.

A poco de andar, y en cuanto pudo mirar hacia abajo, advirtió unas huellas como las que buscaba, las de un león. Su presagio parecía conducirlo exactamente a su designio y comprendió con claridad el augurio y el impulso que acababa de encauzarlo a este camino.


        * La Voz De La Mujer


Así iba cavilando y al poco de caminar observó que efectivamente, todos los senderos que emergían del camino central tenían nombres femeninos.
Entonces acudieron a él, prestos como un siervo obediente a su amo, algunas de las observaciones que a través de tiempo había considerado a propósito de la mujer, y que hasta hoy muchas de estas se mantenían descontextuadas e inconexas. Percibiendo que este camino podía ser propicio para esas reflexiones, y tratando de recordarlas se recostó a la sombra amistosa de una acacia que lo invitó amorosamente como dama que era. Y así su memoria entregaba solicita lo que atesorado por Zaratustra le había confiado para estas circunstancias.

-Hasta hoy la voz de la mujer[1] es un impedimento para llegar a la meta. Todavía los cantos de las sirenas [2] dominan como una espaciosa red tendida en el océano que intercepta y desanima todo intento de abismarse del hombre. Aun como desde el principio, los oídos de Adán continúan prestando atención a los "susurros" de Eva y sus hijas, que como sirenas siguen hechizando sus almas, reduciendo sus pensamientos y aprisionando su libertad. Así es como se le ha construido y emplazado  una fortaleza a la serpiente. Por debajo, de sus muros es donde se halla apresada y donde enraíza la inversión de los valores.
He aquí uno de los misterios más grandes, "un arcano de los arcanos" una madeja hábilmente enredada por las manos de las tejedoras más mañosas.
Esta es la voz, y las manos que meciendo las cunas en un sórdido balanceo y al son de tristezas y decadencias, han definido el mundo hasta hoy. El logos de las estrecheces, que es el lenguaje de los fracasos humanos.
- Antes de hoy, mi descuido fue llamar amor al querer de la mujer [3]. Pero ahora mi saber ha madurado como un fruto en estación, y me ha llevado a que hable del amor con mayor veneración, y lo distancie del querer.
Porque todavía, el amar en la mujer tiene la dimensión de una madre y la magnitud de un hijo [4]. Y esa visión de protección de la prole, esa naturaleza que mira hacia adentro y enfoca a lo microcósmico, determina que su amor hacia el hombre sea solo un querer. Porque esta tensión impide redireccionar su libido hacia lo macrocósmico. Y mientras esa mujer no resuelva ese querer, está impedida de a amar como ama un hombre [5].
Por eso hoy, el deseo de la mujer prevalece sobre el del hombre, porque el vínculo tan poderoso que genera con sus requerimientos de aportes a su causa, engendra un icono matriarcal indestructible, que no permite que el hombre genere el suyo.
La mujer quiere, pide y exige en demasía, porque es mucho lo que su necesidad le demanda. Su sensación de escasez es la que requiere y reclama. Su vacío, manda ser colmado. Y la única respuesta posible a esta necesidad de llenura esta en el hombre, porque no hay mujer que pueda producir tal saciedad. Y la falta de este hombre es lo que mantiene enferma la tierra.
Porque el remediarse que requiere la tierra, es el amar del superhombre. No como un vacío que ha de ser llenado, sino como el amor suficiente para llegar a su corazón. Y de allí, de una ya dilatada preñez puede surgir un hijo dorado, gestado por los siglos. Una gravidez, que espera el trabajo de parto para entregarnos su oro oculto, ese que está en el seno de la tierra.
Pues se necesita más que un "yo quiero", se requiere una voluntad superior, que debe superar a toda pretensión y llegar más allá de un "yo deseo" un "yo necesito" o un "yo pido". Para amar como es necesario, se hace imprescindible un "yo ofrezco".
Y aquí es donde las fuerzas de la mujer se alcanzan, precisamente porque su "querer", y porque su necesidad, es la que lleva a que prevalezca en su voluntad "un pedir". Porque esta necesidad, al no poseer en si mismo el poder de autosatisfacerse, exige y lleva a respuestas apresuradas que no son las que precisamente solucionan su carencia. Pues la respuesta la debe dar quien tiene plena capacidad para dar.
Y así lo plantea su naturaleza, para que "su recibir" provenga de quien posee el "poder de entregar". Por ello, aquí "La voluntad de poder" se combina y manifiesta como la médula vital de la existencia, porque esta "voluntad" siendo femenina, finalmente se completa por quien tiene la aptitud de entregar, "el poder”  que es masculino.

Pero sucede que, para que en el hombre pueda ser restaurado a esta potestad debe retornar a su patria [6], y en su repatriación, en su volver debe dejar de escuchar y desoír las voces de las sirenas, las exigencias que torcerán su rumbo. Debe atarse al madero más seguro de su nave, debe confiar en la resistencia de la madera del árbol más sagrado [7].

Hasta hoy la mujer ha ejecutado su demanda de necesidades y la historia del hombre se ha visto condicionada por este imperativo femenino. Porque para complacer este apetito y saciar esta voracidad el hombre se ha acostumbrado a pensar y actuar como mujer. Y al ver la tierra con los ojos de una mujer ha perdido la memoria de su patria masculina. Ha madurado su mente y sus reflejos a imagen y semejanza de una leona protectora de sus crías. Ha dejado de lado al patriarca que ha devenido en un pastor de rebaños. Y un pastor no puede ser león.
Y hoy su olfato de leona no le permite otear el horizonte, porque lo apremian las necesidades familiares. La coyuntura sustituye lo trascendente. Focalizando su mirada en lo inmediato solo percibe pequeñez y escasez, pues ha quitado su vista de la eternidad. A cambio, visualiza solo la preocupación cotidiana que le impide percibir la inmensidad y la abundancia.
La mujer llamada "necesidad" y su solícita voz femenina, rodea al hombre de su espuma microcósmica, como una viuda negra envuelve a su macho antes de devorarlo. Su infinitud disminuida en una visión de entorno de escasez lo aleja de la eternidad y lo convierte en un clandestino y profanador, en un cazador furtivo de la sabiduría.

No es esta una confrontación entre lo muy pequeño y lo muy grande, porque ambos son perspectivas de la misma eternidad, sino entre lo ilimitado y lo limitado; entre lo abundancia y la insuficiencia; entre la integridad y la imperfección; entre la generosa liberalidad de lo interminable y la mezquindad de lo reducido; entre la amplitud inagotable y un grosero confinamiento. Es la línea infinita sustituida por una inconclusamente absurda semirrecta.
No es siquiera que el mundo de la mujer resida en lo muy pequeño o diminuto, lo que sería propio de su naturaleza, sino más bien que en lo apretado de este mundillo se aloja un absoluto, que sustituye lo imperecedero, donde nada es amplio o profundo, porque intercepta con un puente la fluidez[8] de lo continuo, con una valoración estática y conservadora de la tierra, una guardia real del mausoleo donde continuadamente se rinde honores a la muerte de lo dinámico.

Una madre y una maestra, luego su matrimonial compañera y aun sus hijas son los martillos de esta filosofía de límites. Golpeando sobre el yunque de los valores tejidos con cruces, se refrena toda excitación, toda perturbación, y subordina toda desafío a la imagen dictada por la visión de una mujer.
Sentada en el trono de nuestra cultura define "lo que se debe" y “lo que no” y con un "de esto no se habla" intercepta continuamente la pulsión masculina. Es donde la religión imperativamente, con sus valores en tablas petrificadas, entrega en ofrenda a dioses muertos el corazón aun latiente del espíritu. Por eso os digo hombres anhelantes que la estrategia al superhombre es espíritu.

Ya no basta ni es suficiente con restaurar un hombre, pues la decadencia provocada por estas voces ha echado su raíz y lo ha empequeñecido como especie, por eso este debe ser superado para así alumbrar al superhombre. Y solo el hombre mismo puede despejar este obstáculo, y solo un hombre, cual Orfeo podrá rescatar a la mujer de este infierno y llevarla a terrenos espaciosos, porque el infierno es un lugar muy reducido y muy limitado. Se necesita jalar a la mujer también hasta el superhombre con un mensaje que se deberá escribir a través de la vista y también de los oídos.
Debido a que habéis entrado en conflicto con vuestra capacidad de crear espíritus, porque Oh hombres, no corresponde a vuestra naturaleza crear cuerpos sino vuestro propósito es un tanto más sutil. Por eso vuestra mujer debe ser rescatada y redimida de sus límites hacia esta nueva y profusa abundancia, para poder verter exquisitos, refinados e inéditos licores en flamantes y selectos vasos. El superhombre es un creador no solo de los nuevos contenidos sino y también de las nuevas contexturas, y para ello cuenta con la mujer.

Aun en nuestra hora más oscura, elevando la vista entenderemos nuestro error, oh hombres superiores y podremos visualizar a uno de los hijos absurdos de nuestro nihilismo, una contradicción en si misma para nada masculina, un baldón y afrenta de dificultosa redención para nuestras mentes varoniles:
"No se puede hablar de límites, ilimitadamente". -

          * El Acicate Y El Hombre Más Necesario


Pero esta voz de la mujer que actúa como impedimento, también trabaja en las profundidades del alma masculina como un acicate para la visión, y este aguijón puede espolear al hombre a dirigirse a los portales y atravesar el puente. De esta urticante espuela puede levantarse un áureo corcel.
En la mujer esta la presión para impulsar al hombre, pero su alma femenina carece de la potencia requerida para la solución de la tierra. Solo un hombre puede penetrar en el dorado corazón de la tierra, que es el de una mujer expectante de ser seducida. Solo aquel que le hable a sus oídos con su ofrecer, la podrá persuadir y penetrar en ella.

Solo aquel que rompa este encanto de sirenas puede liberar de su alma esa ofrenda que está contraída y agazapada en el seno masculino. Se necesita del superhombre para desatar tal audacia. Solo este podrá amar con la suficiente determinación para extraer de sus propias entrañas y ofrecer su incienso, su mirra y su oro [9]. Pues deberá ser un sacerdote, luego un guerrero y finalmente un creador.

Primeramente un sacerdote, un hombre sagrado que este apto para ofrendar, para entregarse con obsequiosa lealtad y en virginal amor a todo lo venerable. Un expiador preparado para ofrecer un sacrificio digno de todos los errores [10]. Un redentor que sepa cargar y acarrear en si como un camello [11] solitario del desierto, toda esa sobrecarga trágica de la tierra. Que pueda convertir esta pesadez en las más livianas de las causas y transformar luego ese agobio en vuelo sagrado, hasta allí donde las causas y las consecuencias, se abrazan extendiéndose en un milagroso juego de péndulos. Donde el fin se entienda en su principio, reuniendo en uno todas las cosas. Alfa y Omega.
¡Y si¡ ¡Para llevar las cargas más pesadas hacen falta músculos masculinos!

Luego se hace necesario un guerrero y un destructor. Una tarea de caballeros solitarios, aventurados al desierto. Se requiere de un cazador arrojado solo sobre grandes presas que sepa decir que no a los pequeños trofeos, y con una voluntad de poder suficiente, como la del león que no admite nadie sobre él.
Solo un saber distanciado de toda tendencia al seno materno y un discernimiento rebelde e insubordinado al mandato de la Matriz, puede demoler esas viejas catedrales y sentarse a beber y festejar a la sombra de sus ruinas. Solo la aspereza y la violenta sensibilidad de un guerrero preparado es capaz de disputar el trono de un rey poderoso, apropiarse de su botín [12] y beber del éxtasis de la victoria en su cráneo.
Sería la mayor y más cruel de las injusticias, poner tal carga sobre un alma suave y delicada. Porque, una leona posee la suficiente fiereza para proteger sus crías, pero no la necesaria rapacidad para extirpar del centro de la tierra su corazón latiente ofrendado a una desconocida y nueva divinidad y como una nueva presa en ofrecimiento a todos los otros hijos.
¿Y cual es la leona dispuesta a tales conquistas y osadías que cuenta con suficiente melena para coronarse como rey?

Finalmente desde allí, de su soledad, de su desierto emerge un creador. Un constructor que edifique sobre esas ruinas con nuevas tablas. Solo el inmenso vientre de un hombre es capaz de semejante preñez. Allí en el desierto, solo puede parir un hombre, allí es donde paren los hombres y nacen los creadores [13].
Allí donde fallan todas las especulaciones y las prevaloraciones, donde no llega ninguna seguridad, allí en lo inhóspito es donde surgen las nuevas precisiones y significativas novedades, porque todo jinete solo puede definir su batalla y su consumación con las armas que emergen detrás de las líneas ocultas.
Allí donde llegan las águilas, donde el viento es el relator de soledades, el mensajero de antiguas novedades, y el transportador de la risa y de la ira. De una risa contenida en ese dique de ira que estalla y fluye feliz a su ocaso, segura y determinada como una flecha que es disparada certeramente a su meta.
Quien pueda dar a luz en tal inmensidad poseerá la gravedad de un creador de hombres.

        * La Engañadora Muerte


Cuando llegó la medianoche se quedó dormido en la vieja acacia, donde despertó para seguir. Y mientras caminaba seguía charlando consigo y de soslayo pudo ver a una anciana que pasó como una brisa helada, una mujer demasiado fea para ser mujer y vestida en velos desgarrados y ahumados por el tiempo. Entonces Zaratustra se rió fuertemente con una carcajada, por el placer que le proporcionó tal aparición coincidiendo con su palabra. Mirando una vez más a la esquiva anciana que seguía por su camino escurridísimamente y retomando su discurso, dijo:
- La muerte, esa vieja escurridiza es tan difícil de atrapar como su embuste, la más mentirosa de todas las mujeres ha difundido un engaño entre los hombres, diciendo que ella también es un hombre, y los aferra y aprisiona con el más femenino de los absolutos, una sentencia de silencio eterno. Y los hombres todavía no pueden entender que aun ni la muerte puede absolutizarse.
¿Por qué quien podría afirmar que tal aserto tenga correspondencia con el alma masculina? ¿Cuál es el hombre que puede ser seducido por tal viento helado? ¿Que Dios podría soportar semejante rigidez? ¿No tiene que ver esto más bien con otras dos mujeres engañosas, la pequeñez y la escasez? -
- ¿Que amistad tiene la eternidad con la muerte? Os digo que ninguna, porque la Eternidad, esa abundancia seductora tan inasequible, no puede ser engañada y no se permite a si mismo el engaño. No es como consideran los pequeños hombres: “Que toda seducción debe llevar necesariamente disfraces, con mentiras sobre los pliegues de sus ropas”. A eso ellos lo llaman pequeños engaños de seducción, yo lo llamo narcóticos para grandes siestas. Esas son las pequeñeces que terminan atrapando a los mejores cazadores, porque las mejores y más firmes emboscadas se tejen con finos hilos de seda y con gruesas cruces por agujas -

* La Vieja De Las Tablas


Seguía su marcha concentrado en estas razones que desbordaban sus pensamientos, y así no advirtió que otra anciana mucho más sumergida en sus pensamientos que él, se le cruzaba en su camino. Y fue por muy poco que no tropezó con ella, y ocasionar así lo que ella intentaba celosamente evitar. Pues llevaba aferradas entre sus brazos, unas viejas tablas como protegiéndolas de algún conspicuo ladrón de tablas. Justamente y con toda justicia la conocían como "La vieja de las tablas". Algunos pocos más perspicaces, se referían a ella como "La Señora de las Tablas viejas".
- ¡Sabía que corría peligro por este camino, tan seguro en otros tiempos! - dijo con voz imperceptiblemente temerosa, ya que no podía olvidarse fácilmente de sus tiempos aristocráticos, cuando todos rendían sus oídos a sus poderosas aserciones, e hizo un esfuerzo para no manifestar debilidad en su sobresalto cuando reconoció a Zaratustra.
-¡Tú el más sagaz de los ladrones de tablas, a ti era a quien debía eludir de entre los peligros de este camino! Pero veo que el destino finalmente nos ha cruzado, y que ya no he de luchar contra esto. Estoy muy anciana y con pocas energías para sostener tal batalla. Y de todas maneras, desde que han escuchado de ti, los hombres tampoco saben escucharme ni preguntarme. Aquí tienes mis tablas-
-Tus tablas, tuyas son - replico con rapidez Zaratustra.
-Hubo un tiempo en que te las hubiera sustraído con violencia y pasión. Pero ahora mi tiempo me enseñó que lo que me pertenece, llega sin ser forzado. Ya tengo mis propias tablas, y son tan mías que no le temo a ningún ladrón, porque no me pueden ser quitadas. Un ladrón solo puede quitarte lo que no te pertenece -
- Tus tablas, la dureza y la rigidez de tus valores absolutos, es lo que te da el temor de perderlas. Para poder pasar entre los salteadores se hace necesario el saber y la gracia de un cuerpo flexible y relativo. Los cuerpos rígidos y absolutos solo pueden atravesar puertas anchas y transitar por caminos espaciosos [14].
Continuando con su discurso Zaratustra dijo:
- ¿Acaso mujer, no has podido aprender todavía?: "¡Que un bien y un mal que sean imperecederos no existen! Por sí mismos deberán una y otra vez superarse a sí mismos"[15]
"Te digo que hay solo uno y un único absoluto, eso es la eternidad, que es las más hermosa de todas las mujeres. Y tan solamente absoluta que no hay más que una sola infinita eternidad. Y tan femenina y única, que todo lo demás valores penden del más masculino de los clavos, el devenir.
¡Por eso, solo ella es la que puede enamorarme ¡Tan mujer, que solo puede predecirse de ella que nunca será igual, pues solo se puede volver a lo mismo después y solo después de haber penetrado la entera eternidad. Y ese es el misterio del retorno de lo eterno.
Esa insondable impenetrabilidad es la que envuelve en un áureo erotismo a esta seductora, produciendo una fascinación superior y el mayor éxtasis en el alma masculina.

Vuelve con tus viejas tablas mujer, que Zaratustra el más astuto de todos los ladrones de tablas, ya ha obtenido la mayor de todas. La que en sus orlas dice: "La tabla más firme es la que cuelga del ESPÍRITU, y el mayor valor se llama AHORA"

Despidiendo a la anciana, sintió hambre como el hambre que puede sentir quien está feliz por haber allanado los desafíos de su camino. Mientras almorzaba su vianda, unos versos acudieron a su alma agitada:

Mis ansias de eternidad, es el anhelo de un Dios Oculto
De ese Dios feroz y salvaje que aun no descansa,
ni halla reposo de su cacería clandestina.
Las resbaladizas presas lo aíslan de su tierra y retienen su cautividad

Es el anhelo de un Dios que no puede pronunciar todavía
Su última palabra ante el abismo
Es el anhelo del Dios que no puede redimirse a si mismo
Porque todavía no ha engendrado tal violencia
Porque todavía teme que su celo lo excluya de su amor más profundo

Ese Dios todavía suspendido esperando que la oscuridad
Ilumine la escena y desnude las vestiduras
Del mejor hombre,  que es el peor de todos los hombres
Porque el mayor de los hombres, es el más pequeño de todos




[1]    Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer,…………maldita será la tierra por causa de ti. - Génesis 3:17
[2]      Escucha ahora tú lo que voy a decirte y lo recordará después el dios mismo.
"Primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa; antes bien, lo hechizan éstas con su sonoro canto sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca. Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil que sujeten a éste las amarras, para que escuches complacido, la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros o los ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas.” - Canto XII. La Odisea. La isla del sol. Ogigia Homero
[3] Durante demasiado tiempo se ha ocultado en la mujer un esclavo y un tirano. Por ello la mujer no es todavía capaz de amistad: sólo conoce el amor. "En el amor de la mujer hay injusticia y ceguera frente a todo lo que ella no ama. Y hasta en el amor sapiente de la mujer continúa habiendo agresión inesperada y rayo y noche al lado de la luz. La mujer no es todavía capaz de amistad…………Pero decidme, varones, ¿quién de vosotros es capaz de amistad?" - Del amigo - Así hablaba Zaratustra
[4]  Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama embarazo. El varón es para la mujer un medio, la finalidad es siempre el hijo. ¿Pero qué es la mujer para el varón? - De viejecillas y de jovencillas - Así hablaba Zaratustra

[5]   "El día que la mujer pueda amar con su fuerza y no con su debilidad. No para huir de si misma, sino para encontrarse, no para renunciar, sino para afirmarse….entonces el amor será una fuente de vida y no un mortal peligro" Simon de Beauvoir -Filosofa y escritora francesa(1908-1986)
[6]      Y le respondió y dijo el muy astuto Odiseo: «Venerable mujer ………..Te lo voy a contar aunque me vas a hacer un regalo de penas todavía más numerosas que las que me cercan pues ésta es la costumbre cuando un hombre está ausente de su patria durante tanto tiempo como yo, errante por muchas ciudades de mortales soportando males - Canto XIX -La odisea
[7] ….Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil que sujeten a éste las amarras, para que escuches complacido, la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros o los ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas.” - Canto XII. La Odisea. La isla del sol. Ogigia Homero.
…No obstante, aquel me ha enviado a este mundo me ha iluminado con los rayos de su luz, y he soportado con más paciencia este destierro lejos de la patria - Libro de Adán - Capitulo XVII:3

[8] Cuando el agua tiene maderos para atravesarla (que la atraviesan), cuando puentecillos y pretiles saltan sobre la corriente: en verdad, allí no se cree a nadie que diga: Todo fluye.
Hasta los mismos imbéciles le contradicen. ¿Cómo?, dicen los imbéciles, ¿que todo fluye? ¡Pero si hay puentecillos y pretiles sobre la corriente!
Sobre la corriente todo es sólido, todos los valores de las cosas, los puentes, conceptos, todo el ‘bien' y el ‘mal': ¡todo eso es sólido!
Mas cuando llega el duro invierno, el dominador de ríos: entonces incluso los más chistosos aprenden desconfianza; y, en verdad, no sólo los imbéciles dicen entonces: ¿No será que todo permanece inmóvil?
En el fondo todo permanece inmóvil, ésta es una auténtica doctrina de invierno, una buena cosa para una época estéril, un buen consuelo para los que se aletargan durante el invierno y para los trashogueros.
En el fondo todo permanece inmóvil, ¡mas contra esto predica el viento del deshielo!
El viento del deshielo, un toro que no es un toro de arar, ¡Es un toro furioso, un destructor, que con astas coléricas rompe el hielo! Y el hielo…¡rompe los puentecillos!
Oh hermanos míos, ¿no fluye todo ahora? ¿No han caído al agua todos los pretiles y puentecillos? ¿Quién se aferraría aún al «bien» y al «mal»?
¡Ay de nosotros! ¡Afortunados de nosotros! ¡El viento del deshielo sopla! ¡Predicadme esto, hermanos míos, por todas las callejas! -  De tablas viejas y nuevas   
[9] Y entrando en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, é incienso y mirra.- Mateo 2:11
[10] Mas vosotros para mí seguís siendo pueblo, incluso en vuestras virtudes, pueblo de ojos miopes,  ¡pueblo que no sabe qué es espíritu! Espíritu es la vida que se saja a sí misma en vivo, que con el propio tormento aumenta su propio saber.¿Sabíais ya esto?
Y la felicidad del espíritu es ésta: ser ungido y ser consagrado con lágrimas para víctima del sacrificio.¿Sabíais ya esto? - De los sabios famosos -Así hablaba Zaratustra
[11]    Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.
Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de todas.
¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?
¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador? .
¿O acaso es: alimentarse de las bellotas y de la hierba del conocimiento y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?
¿O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de sí las frías ranas y los calientes sapos?
¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos miedo?
Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de carga: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú debes» se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice «yo quiero».
«Tú debes» le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla áureamente «¡Tú debes!».
Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: «todos los valores de las cosas - brillan en mí».
«Todos los valores han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún "Yo quiero!"» Así habla el dragón.
Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos - tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear - eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león.
Tomarse el derecho de nuevos valores - ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.
En otro tiempo el espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.
Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. - De las tres transformaciones -Así hablaba Zaratustra
[12]  25 ¿Será quitada la presa a un poderoso; o cautivos legítimos podrán ser liberados? 26 Así dice el Señor, aun los cautivos del poderoso serán quitados, y la presa del temible será liberada; porque lucharé con el que luche contigo, y salvaré a tus hijos. Y a los que te oprimen, alimentaré con su propia carne; y serán embriagados con su propia sangre como con vino dulce; y conocerá toda carne que yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Jacob.- Isaías 49
[13] En el desierto han habitado desde siempre los veraces, los espíritus libres, como señores del desierto; pero en las ciudades habitan los bien alimentados y famosos sabios, los animales de tiro. - De los sabios famosos -Así hablaba Zaratustra
[14]  13 Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva á perdición, y muchos son los que entran por ella. 14 Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva á la vida, y pocos son los que la hallan. - Mateo 7
[15]    - De la superación de sí mismo - Así hablaba Zaratustra

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