CAPITULO 2
* El Camino No Transitado
Siguiendo por
su camino, no tardo en encontrar una senda que salía inadvertidamente de entre
un grupo de malezas y piedras. Efectivamente no la reconocía y a pesar de sus
extensas y vastas caminatas por la montaña, nunca antes la había advertido. Tan
sorprendido estaba por su hallazgo que se olvidó de la premura de su objetivo.
Así estaba
cuando se le cruzaron unos hombrecillos a quienes le preguntó por el León, pero
no pudieron responder algo que le diera alguna pista. Y dirigiendo su mirada
sobre la senda consultó por lo que allí se abría. Con un expresivo temor que
invadía su mirada, rápidamente pasaron a advertirlo sobre esa senda:
- Te
prevenimos Zaratustra, a ti que eres un caminante de estas montañas, que te
desvíes de tu propósito de entrar por este camino poco recomendable, pues
transitan por él mujeres temibles, y los pocos hombres que se atreven, lo
recorren con angustia. -
Como los vio
muy temerosos y convencidos, y que su aprensión superaba a su razón, no quiso
confrontar con ellos; solo saludó agradecido por sus indicaciones.
Ciertamente
esa senda le atraía con la poderosa seducción de lo nuevo y con el develar algo
oculto. Una sensación muy fuerte, como un desafío necesario le indicaba esa
nueva dirección y Zaratustra nunca se opuso a los impulsos fuertes, porque él
mismo era un fuerte impulso hacia una meta nueva.
Para si, sin
poder entender sus razones, sospechando cosas que todavía no podía comprender, acudieron
a su mente unas viejas palabras archivadas en la memoria de los enigmas, y asumiendo
una actitud profética se dijo: - "Se debe caminar donde los hombres no se
atreven, para que el superhombre pueda volver a transitar todos los
caminos" - También se dijo: - Debo tomar de esta copa. No tengo opción.-
Ante esta percepción
le sobrevino un agradable presentimiento, que terminó definiendo su rumbo, porque
no era hombre de despreciar ligeramente una intuición. Apartando con su cayado
algunas matas se derivó por el camino que se le ofrecía como una virgen
anhelante de ser amada.
A poco de
andar, y en cuanto pudo mirar hacia abajo, advirtió unas huellas como las que buscaba,
las de un león. Su presagio parecía conducirlo exactamente a su designio y
comprendió con claridad el augurio y el impulso que acababa de encauzarlo a
este camino.
* La Voz De La Mujer
Así iba
cavilando y al poco de caminar observó que efectivamente, todos los senderos
que emergían del camino central tenían nombres femeninos.
Entonces
acudieron a él, prestos como un siervo obediente a su amo, algunas de las
observaciones que a través de tiempo había considerado a propósito de la mujer,
y que hasta hoy muchas de estas se mantenían descontextuadas e inconexas.
Percibiendo que este camino podía ser propicio para esas reflexiones, y
tratando de recordarlas se recostó a la sombra amistosa de una acacia que lo
invitó amorosamente como dama que era. Y así su memoria entregaba solicita lo
que atesorado por Zaratustra le había confiado para estas circunstancias.
-Hasta hoy la
voz de la mujer[1]
es un impedimento para llegar a la meta. Todavía los cantos de las sirenas [2]
dominan como una espaciosa red tendida en el océano que intercepta y desanima
todo intento de abismarse del hombre. Aun como desde el principio, los oídos de
Adán continúan prestando atención a los "susurros" de Eva y sus hijas,
que como sirenas siguen hechizando sus almas, reduciendo sus pensamientos y aprisionando
su libertad. Así es como se le ha construido y emplazado una fortaleza a la serpiente. Por debajo, de
sus muros es donde se halla apresada y donde enraíza la inversión de los
valores.
He aquí uno
de los misterios más grandes, "un arcano de los arcanos" una madeja
hábilmente enredada por las manos de las tejedoras más mañosas.
Esta es la
voz, y las manos que meciendo las cunas en un sórdido balanceo y al son de
tristezas y decadencias, han definido el mundo hasta hoy. El logos de las
estrecheces, que es el lenguaje de los fracasos humanos.
- Antes de
hoy, mi descuido fue llamar amor al querer de la mujer [3].
Pero ahora mi saber ha madurado como un fruto en estación, y me ha llevado a
que hable del amor con mayor veneración, y lo distancie del querer.
Porque todavía,
el amar en la mujer tiene la dimensión de una madre y la magnitud de un hijo .
Y esa visión de protección de la prole, esa naturaleza que mira hacia adentro y
enfoca a lo microcósmico, determina que su amor hacia el hombre sea solo un
querer. Porque esta tensión impide redireccionar su libido hacia lo macrocósmico.
Y mientras esa mujer no resuelva ese querer, está impedida de a amar como ama
un hombre [5].
Por eso hoy,
el deseo de la mujer prevalece sobre el del hombre, porque el vínculo tan
poderoso que genera con sus requerimientos de aportes a su causa, engendra un
icono matriarcal indestructible, que no permite que el hombre genere el suyo.
La mujer quiere,
pide y exige en demasía, porque es mucho lo que su necesidad le demanda. Su
sensación de escasez es la que requiere y reclama. Su vacío, manda ser colmado.
Y la única respuesta posible a esta necesidad de llenura esta en el hombre, porque
no hay mujer que pueda producir tal saciedad. Y la falta de este hombre es lo
que mantiene enferma la tierra.
Porque el
remediarse que requiere la tierra, es el amar del superhombre. No como un vacío
que ha de ser llenado, sino como el amor suficiente para llegar a su corazón. Y
de allí, de una ya dilatada preñez puede surgir un hijo dorado, gestado por los
siglos. Una gravidez, que espera el trabajo de parto para entregarnos su oro
oculto, ese que está en el seno de la tierra.
Pues se
necesita más que un "yo quiero", se requiere una voluntad superior,
que debe superar a toda pretensión y llegar más allá de un "yo deseo"
un "yo necesito" o un "yo pido". Para amar como es necesario,
se hace imprescindible un "yo ofrezco".
Y aquí es
donde las fuerzas de la mujer se alcanzan, precisamente porque su
"querer", y porque su necesidad, es la que lleva a que prevalezca en
su voluntad "un pedir". Porque esta necesidad, al no poseer en si
mismo el poder de autosatisfacerse, exige y lleva a respuestas apresuradas que
no son las que precisamente solucionan su carencia. Pues la respuesta la debe
dar quien tiene plena capacidad para dar.
Y así lo
plantea su naturaleza, para que "su recibir" provenga de quien posee
el "poder de entregar". Por ello, aquí "La voluntad de
poder" se combina y manifiesta como la médula vital de la existencia,
porque esta "voluntad" siendo femenina, finalmente se completa por quien
tiene la aptitud de entregar, "el poder” que es masculino.
Pero sucede
que, para que en el hombre pueda ser restaurado a esta potestad debe retornar a
su patria [6],
y en su repatriación, en su volver debe dejar de escuchar y desoír las voces de
las sirenas, las exigencias que torcerán su rumbo. Debe atarse al madero más
seguro de su nave, debe confiar en la resistencia de la madera del árbol más
sagrado .
Hasta hoy la
mujer ha ejecutado su demanda de necesidades y la historia del hombre se ha
visto condicionada por este imperativo femenino. Porque para complacer este
apetito y saciar esta voracidad el hombre se ha acostumbrado a pensar y actuar
como mujer. Y al ver la tierra con los ojos de una mujer ha perdido la memoria
de su patria masculina. Ha madurado su mente y sus reflejos a imagen y
semejanza de una leona protectora de sus crías. Ha dejado de lado al patriarca
que ha devenido en un pastor de rebaños. Y un pastor no puede ser león.
Y hoy su
olfato de leona no le permite otear el horizonte, porque lo apremian las
necesidades familiares. La coyuntura sustituye lo trascendente. Focalizando su
mirada en lo inmediato solo percibe pequeñez y escasez, pues ha quitado su
vista de la eternidad. A cambio, visualiza solo la preocupación cotidiana que
le impide percibir la inmensidad y la abundancia.
La mujer
llamada "necesidad" y su solícita voz femenina, rodea al hombre de su
espuma microcósmica, como una viuda negra envuelve a su macho antes de
devorarlo. Su infinitud disminuida en una visión de entorno de escasez lo aleja
de la eternidad y lo convierte en un clandestino y profanador, en un cazador
furtivo de la sabiduría.
No es esta
una confrontación entre lo muy pequeño y lo muy grande, porque ambos son perspectivas
de la misma eternidad, sino entre lo ilimitado y lo limitado; entre lo abundancia
y la insuficiencia; entre la integridad y la imperfección; entre la generosa
liberalidad de lo interminable y la mezquindad de lo reducido; entre la
amplitud inagotable y un grosero confinamiento. Es la línea infinita sustituida
por una inconclusamente absurda semirrecta.
No es
siquiera que el mundo de la mujer resida en lo muy pequeño o diminuto, lo que
sería propio de su naturaleza, sino más bien que en lo apretado de este
mundillo se aloja un absoluto, que sustituye lo imperecedero, donde nada es
amplio o profundo, porque intercepta con un puente la fluidez[8]
de lo continuo, con una valoración estática y conservadora de la tierra, una
guardia real del mausoleo donde continuadamente se rinde honores a la muerte de
lo dinámico.
Una madre y
una maestra, luego su matrimonial compañera y aun sus hijas son los martillos
de esta filosofía de límites. Golpeando sobre el yunque de los valores tejidos
con cruces, se refrena toda excitación, toda perturbación, y subordina toda desafío
a la imagen dictada por la visión de una mujer.
Sentada en el
trono de nuestra cultura define "lo que se debe" y “lo que no” y con
un "de esto no se habla" intercepta continuamente la pulsión
masculina. Es donde la religión imperativamente, con sus valores en tablas
petrificadas, entrega en ofrenda a dioses muertos el corazón aun latiente del
espíritu. Por eso os digo hombres anhelantes que la estrategia al superhombre
es espíritu.
Ya no basta
ni es suficiente con restaurar un hombre, pues la decadencia provocada por
estas voces ha echado su raíz y lo ha empequeñecido como especie, por eso este
debe ser superado para así alumbrar al superhombre. Y solo el hombre mismo
puede despejar este obstáculo, y solo un hombre, cual Orfeo podrá rescatar a la
mujer de este infierno y llevarla a terrenos espaciosos, porque el infierno es
un lugar muy reducido y muy limitado. Se necesita jalar a la mujer también
hasta el superhombre con un mensaje que se deberá escribir a través de la vista
y también de los oídos.
Debido a que
habéis entrado en conflicto con vuestra capacidad de crear espíritus, porque Oh
hombres, no corresponde a vuestra naturaleza crear cuerpos sino vuestro
propósito es un tanto más sutil. Por eso vuestra mujer debe ser rescatada y
redimida de sus límites hacia esta nueva y profusa abundancia, para poder
verter exquisitos, refinados e inéditos licores en flamantes y selectos vasos.
El superhombre es un creador no solo de los nuevos contenidos sino y también de
las nuevas contexturas, y para ello cuenta con la mujer.
Aun en nuestra
hora más oscura, elevando la vista entenderemos nuestro error, oh hombres
superiores y podremos visualizar a uno de los hijos absurdos de nuestro
nihilismo, una contradicción en si misma para nada masculina, un baldón y
afrenta de dificultosa redención para nuestras mentes varoniles:
"No se
puede hablar de límites, ilimitadamente". -
* El Acicate Y El Hombre Más Necesario
Pero esta voz
de la mujer que actúa como impedimento, también trabaja en las profundidades
del alma masculina como un acicate para la visión, y este aguijón puede
espolear al hombre a dirigirse a los portales y atravesar el puente. De esta
urticante espuela puede levantarse un áureo corcel.
En la mujer
esta la presión para impulsar al hombre, pero su alma femenina carece de la potencia
requerida para la solución de la tierra. Solo un hombre puede penetrar en el
dorado corazón de la tierra, que es el de una mujer expectante de ser seducida.
Solo aquel que le hable a sus oídos con su ofrecer, la podrá persuadir y
penetrar en ella.
Solo aquel
que rompa este encanto de sirenas puede liberar de su alma esa ofrenda que está
contraída y agazapada en el seno masculino. Se necesita del superhombre para
desatar tal audacia. Solo este podrá amar con la suficiente determinación para
extraer de sus propias entrañas y ofrecer su incienso, su mirra y su oro [9].
Pues deberá ser un sacerdote, luego un guerrero y finalmente un creador.
Primeramente
un sacerdote, un hombre sagrado que este apto para ofrendar, para entregarse
con obsequiosa lealtad y en virginal amor a todo lo venerable. Un expiador
preparado para ofrecer un sacrificio digno de todos los errores [10].
Un redentor que sepa cargar y acarrear en si como un camello [11]
solitario del desierto, toda esa sobrecarga trágica de la tierra. Que pueda convertir
esta pesadez en las más livianas de las causas y transformar luego ese agobio
en vuelo sagrado, hasta allí donde las causas y las consecuencias, se abrazan
extendiéndose en un milagroso juego de péndulos. Donde el fin se entienda en su
principio, reuniendo en uno todas las cosas. Alfa y Omega.
¡Y si¡ ¡Para
llevar las cargas más pesadas hacen falta músculos masculinos!
Luego se hace
necesario un guerrero y un destructor. Una tarea de caballeros solitarios,
aventurados al desierto. Se requiere de un cazador arrojado solo sobre grandes
presas que sepa decir que no a los pequeños trofeos, y con una voluntad de
poder suficiente, como la del león que no admite nadie sobre él.
Solo un saber
distanciado de toda tendencia al seno materno y un discernimiento rebelde e
insubordinado al mandato de la Matriz, puede demoler esas viejas catedrales y
sentarse a beber y festejar a la sombra de sus ruinas. Solo la aspereza y la
violenta sensibilidad de un guerrero preparado es capaz de disputar el trono de
un rey poderoso, apropiarse de su botín [12]
y beber del éxtasis de la victoria en su cráneo.
Sería la
mayor y más cruel de las injusticias, poner tal carga sobre un alma suave y
delicada. Porque, una leona posee la suficiente fiereza para proteger sus
crías, pero no la necesaria rapacidad para extirpar del centro de la tierra su
corazón latiente ofrendado a una desconocida y nueva divinidad y como una nueva
presa en ofrecimiento a todos los otros hijos.
¿Y cual es la
leona dispuesta a tales conquistas y osadías que cuenta con suficiente melena
para coronarse como rey?
Finalmente
desde allí, de su soledad, de su desierto emerge un creador. Un constructor que
edifique sobre esas ruinas con nuevas tablas. Solo el inmenso vientre de un
hombre es capaz de semejante preñez. Allí en el desierto, solo puede parir un
hombre, allí es donde paren los hombres y nacen los creadores [13].
Allí donde
fallan todas las especulaciones y las prevaloraciones, donde no llega ninguna
seguridad, allí en lo inhóspito es donde surgen las nuevas precisiones y
significativas novedades, porque todo jinete solo puede definir su batalla y su
consumación con las armas que emergen detrás de las líneas ocultas.
Allí donde
llegan las águilas, donde el viento es el relator de soledades, el mensajero de
antiguas novedades, y el transportador de la risa y de la ira. De una risa
contenida en ese dique de ira que estalla y fluye feliz a su ocaso, segura y
determinada como una flecha que es disparada certeramente a su meta.
Quien pueda
dar a luz en tal inmensidad poseerá la gravedad de un creador de hombres.
* La Engañadora Muerte
Cuando llegó
la medianoche se quedó dormido en la vieja acacia, donde despertó para seguir.
Y mientras caminaba seguía charlando consigo y de soslayo pudo ver a una
anciana que pasó como una brisa helada, una mujer demasiado fea para ser mujer
y vestida en velos desgarrados y ahumados por el tiempo. Entonces Zaratustra se
rió fuertemente con una carcajada, por el placer que le proporcionó tal
aparición coincidiendo con su palabra. Mirando una vez más a la esquiva anciana
que seguía por su camino escurridísimamente y retomando su discurso, dijo:
- La muerte,
esa vieja escurridiza es tan difícil de atrapar como su embuste, la más
mentirosa de todas las mujeres ha difundido un engaño entre los hombres,
diciendo que ella también es un hombre, y los aferra y aprisiona con el más
femenino de los absolutos, una sentencia de silencio eterno. Y los hombres
todavía no pueden entender que aun ni la muerte puede absolutizarse.
¿Por qué
quien podría afirmar que tal aserto tenga correspondencia con el alma
masculina? ¿Cuál es el hombre que puede ser seducido por tal viento helado?
¿Que Dios podría soportar semejante rigidez? ¿No tiene que ver esto más bien
con otras dos mujeres engañosas, la pequeñez y la escasez? -
- ¿Que
amistad tiene la eternidad con la muerte? Os digo que ninguna, porque la
Eternidad, esa abundancia seductora tan inasequible, no puede ser engañada y no
se permite a si mismo el engaño. No es como consideran los pequeños hombres: “Que
toda seducción debe llevar necesariamente disfraces, con mentiras sobre los
pliegues de sus ropas”. A eso ellos lo llaman pequeños engaños de seducción, yo
lo llamo narcóticos para grandes siestas. Esas son las pequeñeces que terminan
atrapando a los mejores cazadores, porque las mejores y más firmes emboscadas
se tejen con finos hilos de seda y con gruesas cruces por agujas -
* La Vieja De Las Tablas
Seguía su
marcha concentrado en estas razones que desbordaban sus pensamientos, y así no
advirtió que otra anciana mucho más sumergida en sus pensamientos que él, se le
cruzaba en su camino. Y fue por muy poco que no tropezó con ella, y ocasionar
así lo que ella intentaba celosamente evitar. Pues llevaba aferradas entre sus
brazos, unas viejas tablas como protegiéndolas de algún conspicuo ladrón de
tablas. Justamente y con toda justicia la conocían como "La vieja de las
tablas". Algunos pocos más perspicaces, se referían a ella como "La
Señora de las Tablas viejas".
- ¡Sabía que
corría peligro por este camino, tan seguro en otros tiempos! - dijo con voz
imperceptiblemente temerosa, ya que no podía olvidarse fácilmente de sus
tiempos aristocráticos, cuando todos rendían sus oídos a sus poderosas
aserciones, e hizo un esfuerzo para no manifestar debilidad en su sobresalto
cuando reconoció a Zaratustra.
-¡Tú el más
sagaz de los ladrones de tablas, a ti era a quien debía eludir de entre los
peligros de este camino! Pero veo que el destino finalmente nos ha cruzado, y
que ya no he de luchar contra esto. Estoy muy anciana y con pocas energías para
sostener tal batalla. Y de todas maneras, desde que han escuchado de ti, los
hombres tampoco saben escucharme ni preguntarme. Aquí tienes mis tablas-
-Tus tablas,
tuyas son - replico con rapidez Zaratustra.
-Hubo un tiempo
en que te las hubiera sustraído con violencia y pasión. Pero ahora mi tiempo me
enseñó que lo que me pertenece, llega sin ser forzado. Ya tengo mis propias
tablas, y son tan mías que no le temo a ningún ladrón, porque no me pueden ser
quitadas. Un ladrón solo puede quitarte lo que no te pertenece -
- Tus tablas,
la dureza y la rigidez de tus valores absolutos, es lo que te da el temor de
perderlas. Para poder pasar entre los salteadores se hace necesario el saber y
la gracia de un cuerpo flexible y relativo. Los cuerpos rígidos y absolutos
solo pueden atravesar puertas anchas y transitar por caminos espaciosos [14].
Continuando
con su discurso Zaratustra dijo:
- ¿Acaso
mujer, no has podido aprender todavía?: "¡Que un bien y un mal que sean
imperecederos no existen! Por sí mismos deberán una y otra vez superarse a sí
mismos"[15]
"Te digo
que hay solo uno y un único absoluto, eso es la eternidad, que es las más
hermosa de todas las mujeres. Y tan solamente absoluta que no hay más que una
sola infinita eternidad. Y tan femenina y única, que todo lo demás valores
penden del más masculino de los clavos, el devenir.
¡Por eso, solo
ella es la que puede enamorarme ¡Tan mujer, que solo puede predecirse de ella
que nunca será igual, pues solo se puede volver a lo mismo después y solo
después de haber penetrado la entera eternidad. Y ese es el misterio del
retorno de lo eterno.
Esa
insondable impenetrabilidad es la que envuelve en un áureo erotismo a esta
seductora, produciendo una fascinación superior y el mayor éxtasis en el alma
masculina.
Vuelve con
tus viejas tablas mujer, que Zaratustra el más astuto de todos los ladrones de
tablas, ya ha obtenido la mayor de todas. La que en sus orlas dice: "La
tabla más firme es la que cuelga del ESPÍRITU, y el mayor valor se llama
AHORA"
Despidiendo a
la anciana, sintió hambre como el hambre que puede sentir quien está feliz por
haber allanado los desafíos de su camino. Mientras almorzaba su vianda, unos
versos acudieron a su alma agitada:
Mis ansias de eternidad, es el anhelo de un Dios
Oculto
De ese Dios feroz y salvaje que aun no descansa,
ni halla reposo de su cacería clandestina.
Las resbaladizas presas lo aíslan de su tierra y
retienen su cautividad
Es el anhelo de un Dios que no puede pronunciar
todavía
Su última palabra ante el abismo
Es el anhelo del Dios que no puede redimirse a
si mismo
Porque todavía no ha engendrado tal violencia
Porque todavía teme que su celo lo excluya de su
amor más profundo
Ese Dios todavía suspendido esperando que la
oscuridad
Ilumine la escena y desnude las vestiduras
Del mejor hombre, que es el peor de todos los hombres
Porque el mayor de los hombres, es el más
pequeño de todos
[1] Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste
á la voz de tu mujer,…………maldita será la tierra por causa de ti. - Génesis 3:17
[2] Escucha ahora tú lo que voy a decirte y lo
recordará después el dios mismo.
"Primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los
hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la
voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos,
llenos de alegría porque ha vuelto a casa; antes bien, lo hechizan éstas con su
sonoro canto sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos
humanos putrefactos, cubiertos de piel seca. Haz pasar de largo a la nave y,
derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para
que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te
amarren de pies y manos, firme junto al mástil que sujeten a éste las amarras,
para que escuches complacido, la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus
compañeros o los ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más
cuerdas.” - Canto XII. La Odisea. La isla del
sol. Ogigia Homero
[3] Durante demasiado
tiempo se ha ocultado en la mujer un esclavo y un tirano. Por ello la mujer no
es todavía capaz de amistad: sólo conoce el amor. "En el amor de la mujer
hay injusticia y ceguera frente a todo lo que ella no ama. Y hasta en el amor
sapiente de la mujer continúa habiendo agresión inesperada y rayo y noche al
lado de la luz. La mujer no es todavía capaz de amistad…………Pero decidme,
varones, ¿quién de vosotros es capaz de amistad?" - Del amigo - Así hablaba Zaratustra
[4] Todo en la mujer es un enigma, y todo en la
mujer tiene una única solución: se llama embarazo. El varón es para la mujer un
medio, la finalidad es siempre el hijo. ¿Pero qué es la mujer para el varón? - De viejecillas y de
jovencillas - Así hablaba Zaratustra
[5] "El día que la mujer pueda amar con
su fuerza y no con su debilidad. No para huir de si misma, sino para
encontrarse, no para renunciar, sino para afirmarse….entonces el amor será una
fuente de vida y no un mortal peligro" Simon de
Beauvoir -Filosofa y escritora francesa(1908-1986)
[6] Y le respondió y dijo el muy astuto Odiseo:
«Venerable mujer ………..Te lo voy a contar aunque me vas a hacer un regalo de
penas todavía más numerosas que las que me cercan pues ésta es la costumbre
cuando un hombre está ausente de su patria durante tanto tiempo como yo,
errante por muchas ciudades de mortales soportando males - Canto XIX -La odisea
….Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable
como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las
escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos,
firme junto al mástil que sujeten a éste las amarras, para que escuches
complacido, la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros o los
ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas.” - Canto XII. La Odisea. La isla del sol. Ogigia Homero.
…No obstante,
aquel me ha enviado a este mundo me ha iluminado con los rayos de su luz, y he
soportado con más paciencia este destierro lejos de la patria - Libro de Adán -
Capitulo XVII:3
[8] Cuando el agua tiene
maderos para atravesarla (que la atraviesan), cuando puentecillos y pretiles
saltan sobre la corriente: en verdad, allí no se cree a nadie que diga: Todo
fluye.
Hasta los mismos imbéciles le
contradicen. ¿Cómo?, dicen los imbéciles, ¿que todo fluye? ¡Pero si hay
puentecillos y pretiles sobre la corriente!
Sobre la corriente todo es sólido, todos
los valores de las cosas, los puentes, conceptos, todo el ‘bien' y el ‘mal':
¡todo eso es sólido!
Mas cuando llega el duro invierno, el
dominador de ríos: entonces incluso los más chistosos aprenden desconfianza; y,
en verdad, no sólo los imbéciles dicen entonces: ¿No será que todo permanece
inmóvil?
En el fondo todo permanece inmóvil, ésta
es una auténtica doctrina de invierno, una buena cosa para una época estéril,
un buen consuelo para los que se aletargan durante el invierno y para los
trashogueros.
En el fondo todo permanece inmóvil, ¡mas
contra esto predica el viento del deshielo!
El viento del deshielo, un toro que no
es un toro de arar, ¡Es un toro furioso, un destructor, que con astas coléricas
rompe el hielo! Y el hielo…¡rompe los puentecillos!
Oh hermanos míos, ¿no fluye todo ahora?
¿No han caído al agua todos los pretiles y puentecillos? ¿Quién se aferraría
aún al «bien» y al «mal»?
¡Ay de nosotros! ¡Afortunados de
nosotros! ¡El viento del deshielo sopla! ¡Predicadme esto, hermanos míos, por
todas las callejas! - De tablas viejas y nuevas
[9] Y entrando en la
casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo
sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, é incienso y mirra.- Mateo 2:11
[10] Mas vosotros para
mí seguís siendo pueblo, incluso en vuestras virtudes, pueblo de ojos
miopes, ¡pueblo que no sabe qué es
espíritu! Espíritu es la vida que se saja a sí misma en vivo, que con el propio
tormento aumenta su propio saber.¿Sabíais ya esto?
Y la felicidad del espíritu es ésta: ser
ungido y ser consagrado con lágrimas para víctima del sacrificio.¿Sabíais ya
esto? - De los sabios famosos -Así hablaba Zaratustra
[11] Tres transformaciones del espíritu os
menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el
león, por fin, en niño.
Hay muchas cosas
pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita
la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de
todas.
¿Qué es pesado?,
así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y
quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el
espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije.
¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar
la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?
¿O acaso es:
apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas
montañas para tentar al tentador? .
¿O acaso es:
alimentarse de las bellotas y de la hierba del conocimiento y sufrir hambre en
el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los
consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?
¿O acaso es:
sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de
sí las frías ranas y los calientes sapos?
¿O acaso es: amar
a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos
miedo?
Con todas estas
cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de carga: semejante al
camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más
solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se
transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista
una presa y ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su
último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el
gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran
dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú debes»
se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice «yo quiero».
«Tú debes» le
cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus
escamas brilla áureamente «¡Tú debes!».
Valores
milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones
habla así: «todos los valores de las cosas - brillan en mí».
«Todos los
valores han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. ¡En verdad,
no debe seguir habiendo ningún "Yo quiero!"» Así habla el dragón.
Hermanos míos,
¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la
bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores
nuevos - tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un
nuevo crear - eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.
Crearse libertad
y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el
león.
Tomarse el
derecho de nuevos valores - ése es el tomar más horrible para un espíritu de
carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal
de rapiña.
En otro tiempo el
espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar
ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de
su amor: para ese robo se precisa el león.
Pero decidme,
hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido
hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el
niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí
misma, un primer movimiento, un santo decir sí.
Sí, hermanos
míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere
ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres
transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió
en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. - De las tres transformaciones -Así hablaba Zaratustra
[12] 25 ¿Será
quitada la presa a un poderoso; o cautivos legítimos podrán ser liberados?
26 Así dice el Señor, aun los cautivos del poderoso serán quitados, y la presa
del temible será liberada; porque lucharé con el que luche contigo, y salvaré a
tus hijos. Y a los que te oprimen, alimentaré con su propia carne; y serán
embriagados con su propia sangre como con vino dulce; y conocerá toda carne que
yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Jacob.- Isaías 49
[13] En el desierto
han habitado desde siempre los veraces, los espíritus libres, como señores del
desierto; pero en las ciudades habitan los bien alimentados y famosos sabios,
los animales de tiro. - De los sabios famosos -Así
hablaba Zaratustra
[14] 13 Entrad por la puerta estrecha: porque
ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva á perdición, y muchos son
los que entran por ella. 14 Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino
que lleva á la vida, y pocos son los que la hallan. - Mateo 7
[15] - De la
superación de sí mismo - Así hablaba Zaratustra
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