CAPITULO 12
* Sobre La Entropía.
El hombre
pequeño ha llegado a ser un formidable artesano de la disolución de todas las
cosas, incluido de si mismo. Con dificultad escapan de su arte las cuestiones
más cuidadas y resguardadas. Como la crema al sol se diluyen con su
acaloramiento los intentos e institutos más nobles. En él todo andar cojea y
tropieza en sendas cuesta abajo. Ningún cayado evita su decadencia, y orgulloso
de su necedad desprecia todo lo que podría evitarla. De este solo cabe esperar
decadencia, su inseparable compañera. Cuando habla de evolución,
eufemísticamente habla del crecimiento de las malas yerbas que da su campo.
Este hombre
necesita de una poda y de una remoción del sustrato donde vegeta, para que tal
vez, todavía pueda alejar del suelo sus ramas. Demasiado tiempo a la intemperie
lo ha vuelto salvaje y de fruto amargo. Su vellosidad ha cubierto sus
vergüenzas y lo que era su desnudez ha devenido en coraza. Detrás de él solo
queda una esperanza desgastada; y a medida que el tiempo fluye la expectativa
de redención de su caída se torna insoportablemente peligrosa e inexorablemente
mítica.
* La Plebe De Los Poseedores .
Un cortejo de
sinsabores humanos busca sus placeres en las tiendas de las grandes ciudades.
Una plebe desahuciada de las grandes metas se reúne entre los callejones de los
feriantes en búsqueda de objetivos de corto plazo, para darle un sentido a su
sinsentido. Y a toda esa acumulación de alucinaciones llaman "Propiedad Privada".
Y lo que también
acumulan es mucho miedo a perderlo. Es por eso que han recibido una ayuda de
las arañas tejedoras de redes, pues han conseguido que les santifiquen y les
dignifiquen esas cargas de asnos. Y así, ellos en agradecimiento le han
edificado muchas y lujosas cuevas a las arañas y sus dioses; y allí les
sacrifican numerosos rebaños de corderos, ofrecidos en holocausto agradable a
sus sanguinolentos dioses. Aun cuando definitivamente, la única diosa que en
verdad respetan y temen, y ante quien se inclinan y doblegan, es la muerte. El
resto son solo dioses convenientes.
De esta plebe
llega la voz que dice: “Evolucionamos”, nos hemos aproximado a los dioses y los
hemos superado. Ya ni siquiera hace falta matarlos. “Hemos llegado”. Nuestras
propiedades y posesiones han permitido superar el poder que los dioses ejercían
sobre nosotros, ahora somos los que decidimos cuales dioses son los
convenientes. Esa es la misma plebe que ha matado a Dios, pero que todavía no
se ha adueñado de si misma, y es la que supone que esas posesiones pueden
convertirse en propiedades. En indisciplinados actos mágicos y en un
sangrientos banquete ritual estas rapaces transmutan sus rapiñas, para incorporar
el botín de sus clandestinos vuelos nocturnos.
* La Aristocracia Perdida
Estos
pequeños fragmentos del hombre que veis como restos de si mismo, como miserable
muestra de una riqueza disipada, son el mismo hombre que nace príncipe para
tomar posesión de su propio trono, en su debido momento. En este trayecto a su
potestad, le es requerido credenciales al atravesar un país de infortunios y
desolaciones, pero estas contraseñas se encuentran en una tierra más peligrosa
aun, llena de trampas, seducciones y contradicciones absurdas, acechados por la
amistad peligrosa de ocultos enemigos. Y allí este humano ser, es donde
encuentra al costado del camino una feria de tenderos que le comprarán por 30
monedas un alma y un reino. Y le ofrecerán por menos monedas, unos dioses
provisorios para sustituir lo que ha entregado,
que lo ayudarán a transitar sin credenciales por caminos anchos y
espaciosos. Pero él sabe que ya no podrá volver a su patria, y tampoco recuerda
sino entre nieblas el reino de su nacer. Para él, vender su lejano trono, ya es
tan intrascendente como invitar a sus extraños dioses a que se apoltronen en
ese sitial.
Y allí
también es donde se cruza con un viejo amigo, que su memoria ha expulsado,
vestido de jirones con ropajes que producen impulsos al desprecio y al impugno;
y al refutar esa condición intenta denodadamente evitar el vahído de las
reminiscencias que llegan en lotes.
Entonces se
produce una náusea y un desprecio por cualquier recuerdo que evoque ese reino
perdido. Una cobertura y una máscara en un baile de disfraces. La aristocracia
perdida se viste de aristocracia y será una lucha y una causa de sobrevivencia
mantener permanente la fortaleza con guardias nocturnas desdobladas. Así es
como la voluntad por simplemente sobrevivir de los pequeños hombres reemplazan
la voluntad de poder sana, produciendo
su propia entropía.
Porque, para
toda aristocracia, hay un imperativo de esfuerzo necesario para llegar a toda
gran meta. Pero aquí es donde el pensamiento mágico, produce caminos
alternativos, que degradan las metas. Hay frases que la mediocridad y la
holgazanería espiritual han santificado y predican para que un fuerte viento
esparza sobre las cuatro direcciones de la tierra:
"Todo
crece" "Todo evoluciona" y "Todo llega
inexorablemente". Un positivismo nefasto, basado en la inacción. Una
visión de alucinógenos mezclados con licores. Un "No es necesario ningún
esfuerzo" que legaliza la inercia de la apatía. Y estas mismas corrientes
de indiferencia, formadora de ciclones arrastran al hombre impetuosamente en
espirales hacia arriba, para dejarlo caer desde las alturas en su propia esterilidad.
Un diabólico
conjuro hacia la inutilidad. El hombre ha dejado de ser aun un hombre y se ha
convertido en un bufón de los demonios, en el hazmerreír de los infiernos.
* Sobre la Voluntad de Dominio
La Voluntad
de Poder en el hombre es la madre de todos sus problemas cuando lo tramita mal y
es el padre de todas las soluciones a esos mismos problemas. Es la que formula
las preguntas más dura, exige las respuestas más difíciles y requiere los actos
más trascendentes, porque hasta allí llega su necesidad de sujetar a si todas
las cosas y desde allí desciende su deseo profundo. Es esa misma voluntad la
que en gritos demanda afirmaciones y entonces propone respuestas rápidas para
ofrecer a la demanda de las almitas de los pequeños, certezas de cocción
rápida. Y esas dos creaciones humanas, los interrogantes más enigmáticos y las
afirmaciones apresuradas, son las que engordan a las arañas que tejen redes con
cruces, para atrapar las almas de corderos, y así es como enriquecen con oro a
los tenderos y sostienen la plebe en sus tronos.
Una voluntad
de dominio sin la necesaria voluntad de transitar por los caminos arduos y
ásperos que cruzan el país del conocimiento deja huellas por las que la
inundación forma ríos enroscados; así pues los recorridos fáciles retuercen los
caminos de los ríos y también de los hombres. Y por allí rumian las vacas de la
plebe; por esos tortuosos arroyos pastan los rebaños de los pequeños hombres,
pisoteando y convirtiendo en lodazal las mejores pasturas. Esas pezuñas que
parecen manos se extienden siempre primero para enturbiar las aguas claras. En
realidad se asemejan más a lanudos búfalos, porque son de recorrido veloz pero
pesado. Son los que desbastan y corren. A estas manadas, nada les pertenece
porque nada producen excepto su estiércol revuelto en barro, pero son veloces
para tomar y también para huir.
Su Voluntad
de dominar las obliga andar, y nunca detenerse. Las situaciones estables
enmarañan sus almitas, por eso siempre se mueven para alejarse, de lo que esta
plebe, llama plebe, pues su presencia les provoca a huir por que le temen cuando
perjudica su rumiar, pues hablan de trabajo.
Pues la sana Voluntad
de Poder ha establecido su circuito de virtud, allí donde el creador y el que produce
ensancha la vista, donde el crecer se enraíza en el entendimiento y donde la
comprensión de la nobleza implica al mundo. El saber y la sabiduría se
alimentan de esta voluntad. Las cuotas de luz, son su ración diaria. Y en su
viaje al Sol, la nave deja una estela brillante de atracción, bajo una cubierta
de nubes que la hacen invisible a los ojos del insensato.
El principio
de la sabiduría nace en el temor. En ese comienzo se mezcla el respeto sumiso y
una fe dudosa en una virtud que todavía no es virtud; solamente hay allí un
querer incomprensible que domina sensiblemente a un alma raquítica y
asustadiza, para aproximarse tímidamente al palacio custodiado con la imagen
aterradora de un dragón.
Una necesidad
de futuro cierto crece en el hombre como una utopía que evita al creador, y
deviene en un hombre afeminado, urgido de seguridades que lo mantengan a flote
y no le permitan hundirse en las dudas y cuestionamientos de un alma sin
respuestas que afirmen.
En la mujer
esa respuesta que afirma se llama un hijo, y que ella arroja al mundo para
renovar la esperanza de un Mesías que redima su condición .
En el hombre
esa respuesta que afirma al mundo se llama Mesías. Y ambas respuestas son
resultado de una preñez.
Pero el
hombre no puede engendrar este hijo en el seno de la mujer, sino que debe
concebirlo en si mismo, engendrando un Abel para vengar a Caín, y revertir como
en un espejo el curso de la historia.
Porque no se
hace necesario redimir sino donde hay una caída. Y no hay caída en un pozo que
no requiera de una mano del que está afuera de él. Esa soga se llama redención.
No hay un destino
predeterminado, pero lo que hay es inevitabilidad. Nadie cava un pozo sin estar
en él. Y nadie cae en el pozo sin estar previamente arriba de él.
Los hombres
pequeños, hablan de fatalidad o fortuna, pero yo os digo que su porvenir es
nada más que un devenir producido por sus inconsistencias. Y la plebe solo
desencadena tormentas que sus vientos siembran. Si hubiese un atisbo de
entendimiento hasta podrían encontrar refugio de sus propias tempestades, pero
es tan pequeña su mirada que casi se los podría considerar inimputables. Por
eso se hace necesario un Apocalipsis de extinción, para que no puedan
presentarse en juicio y para que los atenuantes no invaliden la justicia de su
consumación.
Esto también
abona lo que se podría denominar "un ensueño de evolución segura",
como un camino hacia éxitos y prosperidades no legitimas, montadas sobre una
esfinge de pensamientos mágicos, con cuerpo de burro y alas de gallina. El
mejor vehiculo para jamás llegar a ningún lado.
Por lo poco o
por lo mucho debemos siempre juzgar para decidir las cosas. Pero el definir con
absolutos preestablecidos por uno o por el otro es una trampa de los hombres
empequeñecidos. Ellos son los que necesitan tablas de valores para definir. Son
los que dan origen a la moral.
Esta moral, una
definición previa de las cosas que nos releva de tener que juzgar, nos evita el
costo de la decisión y nos lleva a una perspectiva de futuro cierto. A una
certeza y dominio de situaciones que maquilla lo que ocurre debajo de ella, la
realidad. No proporciona la solución, solo suministra sensaciones de seguridad
porque nos hace navegar por la superficie de los problemas, evitándonos el buceo
de los conflictos.
Ese
imperativo de futuro cierto crece como la utopía del hombre que evita al
creador, y deviene en un hombre afeminado, urgido de seguridades que lo
mantengan a flote y no le permitan hundirse en las dudas y cuestionamientos de
un alma sin respuestas que afirmen.
Esa voluntad
de dominar sin la necesaria voluntad de transito hasta la obtención del
diagnostico y la lealtad al tratamiento, permuta la terapia sanadora por el
remedio enmascarador de síntomas.
Una de las
palabras más silenciosas y más aristocráticas, es “El Trabajo del Creador”. Un
gozo resulta de ello y un hombre se puede volver dichoso por ello. Por eso te
digo que no creas en los bocadillos rápidos. Todo buen plato requiere de
cocineros dedicados, y del tiempo de su cocción. Toda fruto que se cosecha
fuera de tiempo y sin el trabajo de maduración, produce indigestiones.
Nos
apresuréis al espíritu, porque él tiene una urgencia que precisa de vuestra
paciencia. Y la paciencia no es un tiempo de espera, sino de trabajo
Muchos magos
presurosos han degradado el Trabajar, y con promesas de respuestas rápidas,
estos cazadores furtivos de almas al vuelo, quiebran las alas de las águilas.[1]
Un creador no
es el que piensa la cosa sino quien la sostiene. Un niño crea continuamente, pero
es el adulto quien debe sostener tales visiones
Entonces algo
me habló de nuevo como un susurro: «Las palabras más silenciosas son las que
traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el
mundo
La necesidad
de certezas futuras sin trabajo previo, abona lo que se podría denominar
"un ensueño de evolución", como un camino hacia prosperidades no
legitimas montadas sobre pensamientos mágicos, que jamás llegarán como
resultado.
Porque hay un
imperativo de esfuerzo necesario, para llegar a toda meta, frenado por el
pensamiento mágico. Hay frases que la mediocridad y la holgazanería espiritual
han santificado y predican para que fuertes vientos de las cuatro direcciones
de la tierra desparramen:"Todo crece" "Todo evoluciona" y
"Todo llega inexorablemente". Un nefasto positivismo basado en la
inacción. Una visión de alucinógenos mezclados con licores. Un "No es
necesario el esfuerzo" legalizando la inercia de la apatía. Un diabólico
conjuro hacia la inutilidad. El hombre ha de dejado de ser aun un hombre y se
ha convertido en un bufón de los demonios, en el hazmerreír de los infiernos.
Y estas
mismas corrientes de indiferencia, formadora de ciclones arrastran al hombre
impetuosamente en espirales hacia arriba, para dejarlo caer desde las
alturas en su propia inmundicia.
No hay
destino predeterminado, lo que hay es inevitabilidad. Nadie cava un pozo sin
estar en él. Y nadie cae en el pozo sin estar arriba de él. Los hombres
pequeños, hablan de fatalidad o fortuna, pero yo os digo que su porvenir es
nada más que un devenir producido por sus inconsistencias. Y la plebe solo
desencadena tormentas que sus vientos siembran. Si hubiese un atisbo de
entendimiento hasta podrían encontrar refugio de sus propias tempestades, pero
es tan pequeña su mirada que casi se los podría considerar inimputables. Por
eso se hace necesario un Apocalipsis de extinción, para que no puedan
presentarse en juicio y para que los atenuantes no invaliden la justicia de su
consumación.
La clase
media carga con una oportunidad muy especial, y es por eso que sobre ella se
erige una terrible espada flamígera, que se llama responsabilidad. Su destino
no está determinado, pero su función se ha vuelto inevitable y determinante.
Por ella atraviesan todas las batallas y por ella se suscita la guerra de
resolución pendiente.
Un pueblo de
ricos y pobres, tal como un matrimonio viejo tiende a conservarse y en
consecuencia no tiene posibilidades de aristocracia porque ambas voluntades de
poder terminan estabilizándose. Por idiosincrasia todo poder se constituye a
partir de una diferencia de potencial, cuanto mayor diferencia de potencial,
mayor poder. Solo a partir de esa diferencia se genera poder. Debe haber una
tercera voluntad que desequilibre, determine y habilite un nuevo poder. Debe
haber un nuevo emergente con una voluntad nueva, una voluntad poderosa que
pueda refutar ese balanceo estático, con una dinámica diferente que desde una
altura nueva impulse con la furia de una tormenta de verano el desplazamiento
de los aires sofocantes.
En ella se
cobija como un pequeño germen, casi inexpresivo, el creador
Evidencias de
este mundo nos dicen que el dominio de esta vida, es el árbol prohibido del
edén, custodiado por ángeles de fuego. Ese conocimiento de todo bien y todo
mal, ese entender lo conveniente de lo inconveniente, no es ahora inaccesible.
Y di: "¡Ay de aquellas que hacen
lazoss mágicos para atar todas las manos, y hacen velos mágicos para
cubrir las cabezas de todos, para cazar sus almas!
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